Por Daniel Tomasini
En estos días se produjo un acontecimiento cultural novedoso, a partir de la puesta en escena del ballet El corsario por el Ballet Nacional del Sodre (BNS) en el Auditorio Nacional Adela Reta. Se trata de lo que puede considerarse una exportación de arte: el Ballet Nacional de Hong Kong adquirió el diseño de los telones de esa obra, que fueron realizados en los talleres del Sodre a partir del diseño del vestuarista y escenógrafo Hugo Millán.
Dossier habló con Gustavo Petkoff, encargado del taller de pintura del Auditorio, un profesional con formación artística que coordina todas las actividades del taller. Este cuenta con un elenco fijo, integrado por Florencia Viera, Tamara Rehermann y Miguel Robaina, al que se suma personal contratado, en este caso Víctor Castro, Gustavo Real y Guillermo Ifrán; todos ellos trabajaron en la escenografía de El corsario, cuyos derechos fueron adquiridos por el Ballet Nacional de Hong Kong.
La obra fue representada por primera vez en Uruguay en 2014, y la coreógrafa contratada en esa oportunidad por el director del BNS, Julio Bocca, fue la canadiense Anna-Marie Holmes, que integra el equipo de trabajo del Ballet Nacional de Hong Kong. Petkoff comentó que “en Uruguay se hizo una apuesta muy interesante” al vender los derechos de reproducción de los diseños de los telones, además del diseño del vestuario.
Los telones, junto con los llamados “rompimientos” (que es una forma de calado), constan de quince elementos. Todos ellos fueron diseñados por Millán, y su tiempo de producción fue de aproximadamente cuatro meses.
Este trabajo se elabora exclusivamente para el ballet, y es importante considerar el espacio que se genera a partir de esta puesta en escena. Desde este punto de vista, el taller de pintura del Auditorio ha adquirido un nivel de producción de alta calidad. A lo anterior hay que agregar la maquinaria escénica que se encarga del armado, el ajuste, el planchado, etcétera.
Petkoff dijo a Dossier que uno de sus cometidos es traducir el espíritu del boceto inicial del diseñador, a cuyos efectos debe realizar un afinado trabajo de coordinación de tareas con el equipo de trabajo que dirige. En resumen: se trata de transmitir la propuesta del escenógrafo para poner sobre el escenario su idea artística.
El trabajo de escenografía con medios artesanales y pictóricos –se realiza con pintura látex sobre lienzo, con la ayuda de múltiples herramientas– es un oficio que, considera Petkoff, “hay que reflotar”, ya que “está en peligro de extinción”. Con esta idea en mente, los integrantes del taller de pintura del Auditorio ponen manos a la obra.
Sin duda alguna, la concreción de esta exportación contribuye a consolidar la supervivencia del oficio. Quedan por delante las presentaciones de El cascanueces y la Gala, y se espera que tengan el mismo éxito.
Leé esta y el resto de las críticas en la edición impresa de Revista Dossier. Suscribite llamando al 24032020 o mandando un mensaje privado a nuestra página de facebook.