Créditos fotográficos: Carlos Dossena
El Miércoles 9 de Mayo el Teatro Solís operó como el espacio privilegiado donde se evidenció un hecho sin precedentes; los tres elencos estables del Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo se unieron para representar “La Cumparsita”. Dicho sainete, escrito por el dramaturgo argentino Ivo Pelay, gozó de la dirección de Fernando Vannet y se llevará a cabo nuevamente a partir de Agosto mediante una gira que se realizará por diversos barrios de Montevideo y Paysandú. Esta iniciativa combina los esfuerzos de la Banda Sinfónica, la Orquesta Filarmónica y la Comedia Nacional y se ha generado para conmemorar la figura del célebre músico Gerardo Matos Rodríguez.
A pesar de que el título de la creación de Pelay se preste a gestar confusiones, el argumento no gira en torno a la historia de la composición del célebre tango “La Cumparsita”; éste, en cambio, se centra en las peripecias de diversos personajes arquetípicos de un barrio rioplatense en las primeras décadas del novecientos. Partiendo desde este supuesto, el espectador será testigo de innumerables sucesos cuyo repertorio se extiende desde un amor oculto hasta comportamientos coléricos de toda clase. Este espectáculo se ha hecho posible gracias a la presencia de tres integrantes de la Banda Sinfónica y tres de la Orquesta Filarmónica – quienes lograron generar una ubicuidad musical – y, por otro lado, de once representantes de la Comedia Nacional que han conseguido darle vida a los personajes.
Sin duda alguna, desde su génesis hasta su presentación al público, este sainete se ve rodeado de anécdotas y sucesos que lo convierten en un episodio singular y cautivador que vale la pena presenciar.
Conversación con Fernando Vannet, director de esta puesta en escena.
Resulta interesante como usted, además de ser egresado de la EMAD [Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático] y de haber trabajado en el área del teatro y del cine, también se ha adentrado en el mundo del carnaval. Simultáneamente, otro hecho que me ha llamado la atención es como, en el programa, decide hacer numerosas referencias a la noción de “juego”. Todo esto me remite al concepto de carnavalización en la literatura que planteó el teórico ruso Mijaíl Bajtín donde expone esa idea de inversión de las estructuras establecidas de un modo que simula ser bastante jocoso y lúdico pero que, verdaderamente, trata problemáticas de gran seriedad. Opino que estas cuestiones se evidencian, a su modo, en “La Cumparsita”; las mujeres, por ejemplo, desafían el rol impuesto que exhibía al hombre como el individuo dominante y deciden hacer frente a ese asunto. ¿Qué opina usted sobre lo dicho? ¿Percibe una relación entre estos hechos?
Sí; en relación a lo que planteas del carnaval, el sainete es un género de teatro popular muchas veces considerado menor en esta época e incluso en la época en que se realizaba. Además, creo que mi vínculo con el carnaval también viene desde ese gusto por el costado del teatro popular, porque el género del carnaval no deja de ser un hecho artístico que se vincula con un género popular y teatral, ya que es un hecho escénico. Entonces desde ese lado, cando me lo propusieron – porque no es un texto que yo propuse para trabajar – encontré directamente una relación con esto. También el género – el sainete – una de las cosas que más me pareció que permitía era eso; la cuestión del juego, la cuestión de actores jugando sobre determinadas situaciones porque el género lo que hace es apuntar a una caricaturización de los personajes, a una maquieta donde también esta el tema de la mueca y la maquieta como elementos prioritarios de la forma de exposición de los personajes y de las situaciones. Es un género puramente teatral donde, justamente, los personajes exponían de manera exacerbada determinados rasgos, también eran personajes típicos al estilo de lo que podía ser de pronto, en Europa, “La Comedia del Arte”. Esos eran como que los personajes ya preestablecidos; incluso los actores de la época trabajaban para determinados personajes y siempre hacían esos personajes. Consecuentemente, el juego estaba como muy presente y eso fue lo que me interesó investigar, incluso cuando recién me dieron el texto para trabajar porque, fue eso; una investigación. Es decir, no surgió directamente con el fin de espectáculo que después, más adelante, empezó a tomar. Al principio, fue un trabajo casi que interno entre nosotros para investigar sobre un género que La Comedia Nacional e incluso nosotros los teatreros no trabajábamos tanto – como te decía, estaba considerado de alguna manera “menor” -. Cuando nos ponemos a investigar, pasa esto que vos decís; el género tenía y tiene una profundidad porque, claro, retrata el contexto social y emocional – como planteo ahí en el texto del programa – de una época que marcó y mucho. Esto es un poco, también, lo que muestra el género del tango, donde cada uno tenía que ocupar determinados roles y no se podía salir de esos roles, desde ese lugar se vinculaba con su entorno; aparte de hablar de la época en cuanto a los inmigrantes, aparte de hablar de una época donde la violencia, no solamente de género, sino la violencia en general reinaba y estaba a la orden del día y en la capa más primaria de la vida, ¿no? Todos los hombres andaban con cuchillo, eso – que se muestra en un momento – de; “¿Qué te pasa?” y sacaban un cuchillo o un revólver. Eso, si te pones a investigar la época o si ves el cine u otras obras, estaba instalado como algo casi que natural. Lo mismo que pasaba con el tema de la violencia hacia la mujer que hoy en día se re-significa y uno lo puede ver con otros ojos pero en esa época estaba totalmente aceptado. La obra, por suerte, también plantea distintos tipos de violencia porque en la obra uno hace foco en – y pasó un poco en el estreno – la violencia del personaje de Julio hacia Esperanza; pero también hay una violencia de la mujer hacia el hombre en el personaje de Margarita y Piantanida que el propio hombre le dice; “¡Por favor, no me golpees más!”. También, sobre la violencia existente en todo lugar, cuando en el medio de un baile aparecen los tiroteos para solucionar los temas más afectivos que rodean la obra.
2) Previo a la representación y todo lo que esto implica, se llevó a cabo un arduo proceso de reconstrucción tanto de los parlamentos como de las partituras. Simultáneamente, veo que usted ha tomado la decisión de agregar una suerte de apéndice propio a esta regeneración ya que incluyó rastros de un tipo de comunicación contemporánea. En este caso, entre diálogos perfectamente medidos y rimados que hacen uso de un lunfardo propio del novecientos, llama la atención la incorporación del habla mediante siglas con el objetivo de que funcionen como catalizador de la risa. ¿Le pareció que sin dicha incorporación se generaría una brecha en el horizonte humorístico?
Mira, me encantaría haber sido yo el autor de eso, pero no; las siglas ya estaban. Lo único que incorporamos en el texto fue el prólogo anterior – con la voz de Malena Muyala – que también fue en verso pero el texto, no; no lo tocamos. Justamente, era muy difícil poder intervenir manteniendo la rima, manteniendo esa estructura que no tiene en ningún momento prosa, es en verso constantemente a diferencia de otros sainetes donde de pronto están dividios de distinta manera. Entones, fue también un desafió poder integrar de esa manera el lunfardo y el verso porque, claro, hasta nosotros mismos en el desarrollo del trabajo muchas veces teníamos que estudiar sobre el lunfardo, sobre el significado de las palabras ya que son palabras que, algunas, se reconocen hoy en día, que popularmente siguen estando vivas pero otras están totalmente en desuso. Entonces, el trabajo fue ver de que manera, respetando como todos esos elementos externos tan condicionantes, podíamos integrarlo y que el espectador que viene virgen de ese tema o con muy poco bagaje pueda, de todos modos, entender e interpretar. Ese fue uno de los puntos a trabajar en el sentido de llevar al cuerpo, llevar a la propia situación lo que el verso iba planteando y, a veces, era más difícil al oído de entender y de codificar; entonces se llevó al cuerpo, se llevó a la situación, se llevó a lo musical, se llevó a un montón de planos para poder jugar. Lo que sí hicimos fue intervenir la obra con canciones que, de pronto, no estaban en el propio texto. Hay algunas que sí estaban en el propio texto escritas especialmente para la obra por Ivo Pelay, en la letra y la música de Matos Rodríguez pero lo que sí hicimos con Juan Rodríguez – el director musical y compañero de la banda sinfónica – fue sumar otras canciones que, a mi entender, servían para apoyar determinadas situaciones y que, de pronto, no estaban en el texto y que, además, tampoco la letra es del propio Ivo sino de otros autores. Tenemos una canción de Victor Soliño, después, la propia “Cumparsita” que el texto, aunque parezca mentira, sólo la plantea musicalmente, no la plantea con letra. Bueno… no parece mentira, al contrario, porque fue uno de los grandes temas de discusión sobre “La Cumparsita” , Matos y los autores de su letra pero nosotros sobre el final hacemos un juego, también, de eso y aparecen las dos letras, la de Matos y la de [Enrique] Cadícamo.
Por último, quería comentar como me resultó curioso el protagonismo, la intensidad otorgada a la música en esta representación. Sí, estuvo omnipresente pero opino que de una manera más latente de lo que me esperaba. Aún más si uno toma en cuenta que la música es lo que vertebra este argumento, logró quedarse en un segundo plano, creo yo, a la merced de las actuaciones. ¿No consideró, por ejemplo, cerrar el sainete con la música en un volumen más poderoso?
Bueno, la música cobra vida en relación a las canciones y después está siempre como sirviendo a las situaciones que el texto plantea. Nosotros lo que buscamos fue casi que hacer una especie de espectáculo musical, en el sentido de que si vos ves los musicales, las canciones, como te decía hoy, siguen desarrollando el argumento o intentan potenciar la situación que están viviendo los personajes en los distintos momentos de la obra. Quizás lo que haya pasado, puede ser, en la presentación del Solís – porque tuvimos solamente un ensayo previo – fue que hubo algunas cuestiones de volúmenes que de pronto van a esto que vos planteas. Lo que siento es que, de todos modos la música tuvo mucha preponderancia en relación, o fue la idea, capaz que no quedó plasmado o el día que vos viste esa función, en relación a eso que te digo; tenemos seis o siete canciones, hay un momento musical que está claro cuando arranca el baile y tocan un tango escrito por Matos que se llama “Adiós Argentina”, donde exclusivamente los compañeros de la banda y de la orquesta tienen un momento musical fuerte y después, sí, es un espectáculo teatral, es un espectáculo con música, es un espectáculo musical pero lo que nosotros queríamos rescatar era la historia y la humanidad de esos seres y de esos personajes con todos los elementos que potenció, que teníamos para potenciar eso. Es decir, la historia fue lo que primó y la situación es lo que prima y la humanidad de los personajes y esa historia de amor, que en definitiva es lo que es “La Cumparsita” era lo que queríamos contar. Más allá de todo lo que significa para nosotros como tres elencos, ¿no? Es un momento de celebración también para los elencos estables de la ciudad porque pudimos trabajar juntos por primera vez fue un hecho histórico y que requirió mucho trabajo. De pronto para la gente y dice; “¡Ay!, ¿por qué no lo hacen siempre?” – pero no es tan fácil porque hay tiempos de cada elenco, hay situaciones laborales distintas, hay necesidades, cada elenco tiene su propia programación armada, entonces a veces es muy difícil llevar adelante que todos podamos convenir un tiempo para destinar a un trabajo en conjunto y se dio. Entonces, eso fue bien interesante y ojalá pueda servir de puntapié para muchísimos más.