Ya promediando el año, la propuesta teatral toma impulso con la nueva realización del Festival Internacional de Artes Escénicas (Fidae), que multiplica su oferta: desde el último estreno del genial dramaturgo Sergio Blanco, Cuando pases sobre mi tumba, hasta obras de distintos países con puestas en escena tan variadas como la francesa Le petit chaperon rouge, de Joël Pommerat, la puesta uruguaya de La reunificación de las dos Coreas o Solo cosas geniales, de Perú, que comparten la grilla con pequeñas joyas de la escena local como Cheta, Ella sobre ella y La tundra y la taiga. Cabe destacar que todas las obras fueron seleccionadas por un jurado internacional.
Lamentablemente, esta edición del Fidae podría ser (seguramente, pero nos resistimos a creerlo) la despedida de uno de los más grandes actores del teatro nacional, uno que jamás pisó la escena, ya que su dominio ha sido la gestión, que realiza de manera impar. Nos referimos a José Miguel Onaindia, quien ha estado al frente del Instituto de Artes Escénicas estos últimos años. La pérdida para el país se compara con haber obligado a renunciar por pésima actitud corporativa a Julio Bocca del Sodre. Onaindia, de perfil mucho más bajo pero igual excelencia, ha sido una pieza clave para que Uruguay sea conocido (junto con sus artistas) a nivel global. Como dijimos, una piedra angular que será casi imposible sustituir. Triste para nosotros.
Junto al festival, es importante señalar que el ecosistema teatral uruguayo está siendo presa de una invasión centennial, a medida que los más jóvenes empiezan a tomar sus lugares en la cartelera (e incluso fuera de ella, con espacios completamente alternativos y, a veces, escondidos, como un hipotético almacén que quizás exista o quizás no, pero donde –posiblemente– ocurran cosas más que interesantes, o una bellísima sala bifrontal en la que una compañía con gran historia presenta hermosas puestas en inglés). En una sala perdida del teatro La Gaviota, Federico Puig presentó su fermental Y, una obra que, sin ser genial, llama a poner la atención sobre este nuevo creador. Asimismo, Jonathan Parada presentará su primera dirección en Tractatus, M.A.D. El nuevo orden mundial, con un elenco de jóvenes actores que ya hemos comentado en críticas anteriores, como la ya nombrada Cheta.
No se puede pedir más: un gran festival, los jóvenes irrumpiendo insolentes en la escena, y, para coronar, mientras la crítica oficial vernácula no hace otra cosa que ignorarlo y no premiarlo nunca, Sergio Blanco nos sigue honrando con ser el país que elige para estrenar sus geniales autoficciones.
La escena está servida. Pase.