EL CRACK
por Carlos Diviesti
Uh. Roja al Patón Bonassiolle. Otra vez afuera, Patón. Parece que ya te queda poco en la cancha porque cuántos partidos podrás jugar con ocho fechas de suspensión hasta el final del campeonato, tres y se termina, y jugarás todo el partido o te sacarán la cinta de capitán a los setenta y ocho minutos. Pa, bo. Salado. Y cómo vas a ser Sergio después, no te estarás apurando si te planteás el retiro, qué harás, terminar el liceo que dejaste colgado, vender picadas a domicilio, tener hijos con tu compañera… Es la historia de siempre, la historia de tantos, la historia de los que después de la cancha y el fragor del estadio se hicieron técnicos de fútbol y si no acompañan los resultados te rajan en el entretiempo y te sentís el último orejón del tarro. Miralo a Donato si no, con la pizza vieja matándose de risa en el asiento de adelante y una cerveza boqueando, seca. Qué vas a hacer Patón si te tomás el buque. Eh. Qué.
EL 5 DE TALLERES es una película rioplatense, que parece más argentina que uruguaya pero que abreva en el paisito oriental cuando eso que parece preguntarse con los ojos Sergio “Patón” Bonassiolle cuando lo taladran a goles hasta en la Play, recuerda la baja de rendimiento de Abdón Porte y su suicidio en 1918, a los veinticinco, veintiséis años, en el Gran Parque Central del Bolso. “Nacional aunque en polvo convertido / y en polvo siempre amante. / No olvidaré un instante / lo mucho que te he querido. / Adiós para siempre”, dijo Abdón en una carta destinada al presidente del Club Nacional de Football, debajo de su firma. Si bien aquí no hay tragedia sí puede haber un drama que se impone como comedia, no porque se haga la víctima sino porque la vida es así. Uruguay, además, es el primer gran campeón de la historia, ese que futbolísticamente nos obliga a tenerle respeto y a cruzar el charco para aprender ciertas cosas. Sobre todo a cómo respirar el aire de un río al que le damos la espalda, un río que más que un río es un mar así de ancho y tan manso.
Adrian Biniez se fue de Remedios de Escalada a vivir a Montevideo hace ya muchos años porque en la Argentina, en su barrio suburbano, orgulloso de ser suburbano y no porteño, el horizonte estaba cada vez más obstruido para él. En Uruguay se hizo director de cine, aunque eso ya lo llevara puesto desde la sala Lugones del Teatro San Martín, pero en Montevideo lo potenció y lo pudo concretar. Que le haya ido bien, muy bien, no es lo más interesante para destacar; en Uruguay filmó Gigante, tal vez una de las mejores películas latinoamericanas de la primera década del siglo XXI, que con su bonhomía y su dulzura a prueba de edulcorante consiguió tres premios en el Festival de Berlín en 2009 y un espacio muy destacado en la memoria de quienes la vimos. Su segunda película la filmó casi por entero en su barrio natal, sin afanes de hijo pródigo, y no es que por eso sea mejor que la primera. EL 5 DE TALLERES (Talleres de Remedios de Escalada, en el partido de Lanús, un club de la C cuya grandeza no sabe de categorizaciones, uno de los padres fundadores del profesionalismo en la Argentina) está a la altura de Gigante porque tiene un guión que no se hace evidente, porque evita el costumbrismo para construir su realidad de suburbio, porque queda claro que el trabajo con los actores es una de las mayores fortalezas de Biniez (Esteban Lamothe está bárbaro como el Patón Bonassiolle pero mucho mejor está Julieta Zylberberg como Ale, esa compañera gamba que no lo deja rengo pero que tampoco se la sirve al pie), y, por qué no, la supera porque tiene todos los besos que Jara no le daba a Julia y porque las palabras que no emitía el gigante aquí no redundan conceptos sino que ocultan sentimientos que no se pueden verbalizar. Y también porque el título es toda una declaración de principios: EL 5 DE TALLERES no es una mera película sobre fútbol, es una película sobre quién es uno mismo y sobre quién podría ser al final de la historia.
EL 5 DE TALLERES (Argentina/Uruguay, 2014) Escrita y Dirigida por Adrián Biniez. Producida por Fernando Epstein, Agustina Chiarino. Fotografía: Marcelo Iaccarino. Edición: Fernando Epstein. Música: Adrián Biniez, Santiago Del Muro. Intérpretes: Esteban Lamothe, Julieta Zylberberg, Néstor Guzzini, Alfonso Tort, César Bordón. 100 minutos.