Hasta el 02 de marzo del 2024 los visitantes del MAPI, Museo Gurvich y el Instituto Italiano de Cultura podrán deleitarse con el viaje que propone el artista italiano Nicola Strippoli ( Tarshito ), especialmente invitado por la Embajada de Italia y el Instituto Italiano de Cultura.
Tarshito, nombre dado por su maestro Osho y que significa “sed de conocimiento interior”, se aventuró en la India a finales de la década de 1970, donde inició colaboraciones creativas con artistas tradicionales indios y desarrolló su propio estilo, especial y poderoso. Desde entonces, en sus frecuentes visitas a la India y otras partes del mundo, el artista italiano ha seguido colaborando con practicantes del arte tradicional. A lo largo de su dilatada y rica carrera, Tarshito ha trabajado con una visión contemporánea del arte junto a tradiciones indígenas como las de Marruecos, México, Perú, Corea del Sur, Bangladesh, China, Brasil, Tailandia, Colombia, Myanmar, Argentina, entre otros. Su arte se define en términos de interacción personal e inspiración compartida y una visión para una Nueva Tierra y una Nueva Humanidad.
Las obras de Tarshito han sido expuestas en galerías y museos de todo el mundo como el Museo Nacional Szczecin, Polonia, 2009, el Museo Nacional Dhaka, Bangladesh, 2016, y en los principales museos de Apulia, Italia, 2022, en los Institutos Italianos de Cultura de México DF, México, Lima, Perú, Rabat, Marruecos, en el Ayuntamiento de Seúl, Corea del Sur y en algunas galerías de Delhi, Calcuta, Bombay, India, Katmandú, Nepal, Bangkok, Tailandia y en el Museo Taminango de Pasto, Colombia, 2023. . También participó en la Bienal de Venecia en 2011, en la Bienal de Cusco 2021 y sus obras forman parte de colecciones privadas y públicas en India (Devi Art Foundation), Bangladesh (Bengal Art Foundation), Bélgica (Museo de Arte Sacro), etc.
Reza el texto curatorial de Enrica Simonetti:
“¿Qué son los confines si no el límite que ponemos nosotros mismos a la humanidad y al mundo?
En un lugar suspendido en el aire, que se encuentra en Bari pero que podría estar sobre una nube desde la cual admirar la grandeza del universo, hay un guerrero de amor que desde hace décadas ejecuta gestos de arte y de belleza.
Parece verlo allí, sentado sobre esa nube ligera, cargada de gentileza y de genialidad, mientras observa su horizonte infinito obteniendo inspiración para su trabajo con el color, con la materia y con el sentimiento, “herramientas” de las cuales el verdadero artista no puede prescindir.
Tarshito, creador de amables confines: da la impresión de conocerlo desde siempre apenas se entra en su corazón de artista y se observa la declinación de multitudes y de maravillas que su planeta mental ha sabido originar. La nube sobre la cual trabaja Tarshito es un cielo universal pero también íntimo, en los caminos que recorremos sin darnos cuenta uno del otro o de la beatitud recóndita que un rostro, un paisaje cotidiano y una sonrisa pueden contener. Se puede caminar o ser errantes, así como se puede pasear como turistas o como viajeros: Tarshito eligió el camino del errante enamorado y el nombre dado a su proyecto artístico no es solamente un título sino una idea del arte y de la vida, un modo de ver el mundo y de representarlo, como él lo hace desde hace tiempo, cumpliendo un peregrinaje que se asemeja a los caminos que los monjes medievales recorrían en la búsqueda del otro pero también de sí mismos.
Este proyecto artístico conlleva un sentido diferente del viaje: existe y no existe un recorrido geográfico; hay una muestra única pero también plural; conviven colecciones distintas y lenguajes artísticos que parecen milagrosamente uniformes. “El sendero del errante enamorado” es un rollo largo más de diez metros, con 7 colecciones diversas de pinturas realizadas en 7 naciones distintas: México, India, Bangladesh, Perú, Marruecos, Nepal, Corea del Sur más otras 2 colecciones realizadas en los sucesivos viajes de Tarshito a Brasil y China.
Como en un espectáculo coral, la tela en bruto narra el mapa del universo reinventado por Tarshito.
Entre las pinturas, la tinta china y las acuarelas, los confines se anulan… Un mapa del cual los administradores del mundo tendrían mucho que aprender, encontrando en la geografía visionaria de un artista el sentido y el desafío que el planeta tiene que afrontar. En sus cartas geográficas gigantescas, Alighiero Boetti hacía bordar banderas por mujeres afganas y su sentido de diversidad y sacralidad se manifiesta a través del color, del simbolismo nacional, la mirada sobre el mundo. Tarshito nos acompaña al paso sucesivo, hacia esa unidad buscada, añorada, sentida en lo más profundo. Oriente y Occidente que se tocan, Norte y Sur del mundo que parecen un todo: es el arte que penetra en la necesidad de unión e intercambio que cada ser humano, aún el más solitario, siente en su fuero íntimo.
Tarshito piensa, dibuja, pinta. Y la idea se convierte en una boca dorada que contiene la unidad del universo; o la carta geográfica de una Italia soñada que tiene sobre su cabeza el mapa de la India y hace coincidir el Mediterráneo con el Océano Índico o el Mar de Arabia con el Tirreno.
La obra se vuelve reflexión, la fantasía deviene idea: sí, el mar no tiene muros, nunca los tuvo.
Y fuimos capaces de construirlos también allí, en lo profundo de las aguas.”