Invitada por la Embajada de la República Federativa de Brasil, la artista Maria Gabriela de Orléans e Bragança recibió a Dossier en la residencia del hasta entonces embajador Hadil da Rocha Vianna. Esta artista amable, inteligente, reservada y algo tímida desciende directamente de Don Pedro I, por lo que tiene el título de princesa por derecho nobiliario. Firma sus cuadros con el seudónimo Lelli, como es conocida por sus amigos.
NOTA PUBLICADA EN REVISTA DOSSIER 2017.
Este estilo o manera participa en el entramado de la imagen, es decir, en la forma que adquiere la obra. En Turner esta manera lo lleva a trabajar una forma que diríamos que se disuelve en la propia pintura, en tanto el registro visual no pretende trasladar la imagen tal como se observa, sino que es tamizado por un proceso de acción pictórica que le confiere un alto grado de abstracción, sin que por ello el objetivo final de la representación se pierda. Las tormentas en el mar de Turner son un prodigio de pintura pura –si se puede llamar así–, aunque transmiten la idea de una tormenta. De todas maneras, los grandes pioneros del paisajismo, de una u otra forma, dependiendo de su estilo, reconocen la deuda visual con el paisaje observado, porque este ofrece una serie de signos que el artista recoge y transforma, de acuerdo a las variaciones del momento –climáticas o atmosféricas– aunque inscriptos en una dimensión real, comprensible desde el punto de vista de un observador y formalizados mediante el estilo.
Más allá de la mirada
Los paisajes de Lelli, aun cuando contienen signos de esta naturaleza, parecen pertenecer a otra dimensión, y no es porque la floresta no se identifique como tal, ni los cerros, las palmeras, las lejanías y el acento cromático que suministran los guacamayos y tucanes. La artista nos conduce a paisajes ideales en tanto abstractos, sin embargo derivados de la observación y que requieren el manejo de un concepto hecho forma plástica. Este acontecimiento es posible debido al especial tratamiento que le otorga al tema. Su forma de pintar se coloca en un estadio de descripción minuciosa, pero que no corresponde a la realidad visual (que registra interferencias de toda índole) por lo que podría calificarse de hiperreal o superreal (aun sin pertenecer a la categoría de surrealista). Utiliza un concepto de pintura que se hace forma plástica para representar, por ejemplo, las hojas y universaliza este concepto en toda la tela, de tal manera que las hojas se describen basadas en un prototipo que simboliza una hoja en particular y, al mismo tiempo, a todas las del follaje. De esta manera la artista se introduce en la abstracción pura, pero tampoco se trata de una multiplicación de la misma forma, sino de una sutil adaptación. Esta formalización de la idea o del concepto es la base de su estilo y en él puede observarse un dibujo muy estudiado y muy experimentado, en tanto la homogeneidad del lenguaje, mediante este dibujo, adquiere una gran cohesión plástica que impide toda monotonía. Se hace necesario un detenimiento generoso ante sus obras para advertir la profundidad de este logro.
Por otra parte, los acentos de color vivo –el verde contiene un poco de blanco que lo vuelve menos incisivo– están dados por los rojos y azules de las aves, colocados en forma estratégica y que enriquecen, con sutileza y sentido del lugar, a toda la composición.
La primera impresión de estas pinturas puede ser engañosa; sin embargo, prontamente se advierte la densidad conceptual con que están realizadas y, sobre todo, el oficio de pintor. Es notorio que el arte de Lelli se inserta en esta posmodernidad con un mensaje respetuoso y profundamente afectuoso hacia la floresta tropical y –por extensión– hacia toda la naturaleza.
La bruma de las selvas forma parte de su expresión; esta representación plástica es técnicamente impecable y no es trabajada simplemente como un efecto, sino como símbolo, dado que la forma es un vehículo para comunicar sensaciones no sólo de humedad, sino del misterio propio de la naturaleza tropical.
Algunos cuadros de gran formato funcionan como dípticos y obviamente se complementan. Es notorio el oficio que tiene la artista. Esta es una palabra que está un poco descuidada y parecería estar devaluada en esta época. No obstante, oficio significa un saber hacer que se vincula con la experiencia junto con la habilidad que se adquiere con el trabajo constante. El oficio suministra la técnica que cuando se domina permite que la idea sea llevada a término debido al control adquirido de la materia.
Ver distinto
Nacida en el estado de Paraná, la artista vivió desde joven en íntimo contacto con la naturaleza. Entre otras cosas, ama a los caballos y la equitación. Realiza largas cabalgatas de forma frecuente. Relata que su madre fue quien le dio los primeros rudimentos de la pintura cuando le enseñó a escribir pintando las palabras. A los cinco años ya sabía leer y escribir con base en esta “técnica”, que le resultaba muy divertida.
Luego de un pasaje por la universidad en la carrera de Comunicación cuando –recuerda– “no había computadoras y el diseño era hecho todo a mano, pintando revistas y relacionándose personalmente con los editores”, su vocación de pintora la llamó y decidió fortalecerla con estudio.
En Bélgica, bajo la dirección del maestro Auguste Van der Kelen, hizo su primer y más importante aprendizaje, que marcó su vida de artista de forma definitiva. El maestro belga trabajaba con la trampa al ojo (trompe l’oeil), heredada de los maestros italianos del primer Barroco, por lo tanto los ejercicios eran extenuantes. También la técnica de las transparencias le exigió mucho estudio. Lelli dice que “a menudo miramos sin ver” y que estos maestros europeos le enseñaron a mirar, de tal forma que hoy su estilo se debe mucho a estas experiencias con los objetos. Hoy en día, luego de muchos años de trabajo, reconoce que “ve distinto” y recuerda sus inicios, cuando tuvo que superar momentos no muy agradables dado que, debido a su condición de princesa, era considerada algo frívola, aunque en realidad se dedicaba con todo su ser al aprendizaje de la pintura. Con el paso del tiempo, su genuino interés fue reconocido y finalmente fue “tomada en serio” y respetada plenamente.
Vuelta al inicio
Lelli hace un “convite para entrar en la naturaleza”, lo cual es muy significativo en la actualidad. Le preguntamos si es una postura ecologista y remarca que es necesario trabajar en las grandes áreas naturales porque corren el peligro de desaparecer. No se define como una militante ecologista, pero entiende que por medio del arte, y siguiendo su “invitación”, es posible generar conciencia sobre el cuidado del ambiente. Sostiene que se puede vivir en equilibrio, respetando al planeta y utilizando los recursos de manera racional.
Nos refiere que hacia el año 1822, Don Pedro I y la princesa Leopoldina Habsburgo llevaron a Brasil a varios artistas –entre ellos al italiano Nicola Antonio Fachinetti y al holandés Frans Post–, así como botánicos y muchos biólogos, para estudiar la naturaleza, la fauna y la flora. Lelli se inspira en estas historias de la rama familiar y mira hacia Río de Janeiro y su paisaje natural. La ausencia de lo urbano (a excepción de algunos muros o barandas donde conversan los tucanes) corresponde probablemente a un retorno a los orígenes incontaminados de la naturaleza. En ninguna de sus obras existe el registro del hombre, lo que podría retrotraernos a un estado incluso preedénico. Esta singular ausencia del ser humano es tan significativa como una presencia. La necesidad de volver a la naturaleza que históricamente tiene antecedentes, entre otros, en los escritos de Jean-Jacques Rousseau o con la experiencia de pintores como Paul Gauguin, constituye una verdadera búsqueda. Es muy interesante cómo, desde una perspectiva actual y moderna, la artista puede hacer retroceder el tiempo para presentar un espacio real-irreal que posiblemente se convierte en metafísico. Sin embargo, ni las categorías de metafísico o de naíf corresponden estricto sensu a su pintura.
Desde hace un tiempo, Lelli se ha convertido en una artista exitosa en el mercado europeo. Expone regularmente en Francia, Alemania, Portugal, Omán, Suiza y Bélgica. En ciudades muy urbanizadas, la artista coloca la mata verde ante un público que admira la naturaleza de Brasil.
Debemos aclarar que Maria Gabriela de Orléans e Bragança posee maneras muy elegantes y muy sobrias. No es grandilocuente y estamos seguros de que se reservó muchos aspectos de su vida de artista. Lo que se hace evidente es la gran dedicación que coloca en su arte, con una gran responsabilidad estética con la imagen que crea y que revela un gran amor por la naturaleza de su país y, por consiguiente, por su país.
Volver a lo bello
“Como Embajador de Brasil en Montevideo, tuve el privilegio de poder invitar, para representar la cultura de Brasil en las conmemoraciones del Día de la Lengua Portuguesa y de la Cultura de los Países Miembros de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), el 5 de mayo, a la artista plástica brasileña Maria Gabriela (Lelli) de Orleans e Bragança.
Nacida en el estado de Paraná, región sur de Brasil, en 1959, en el seno de la familia Orleans e Bragança, heredera de la Casa Imperial brasileña, Maria Gabriela y su hermana gemela María Teresa son las menores de los doce hijos de Don Pedro de Orleans e Bragança y de Doña María Isabel de Baviera. Tataranieta de Don Pedro II, último Emperador de Brasil (hijo menor de Don Pedro I), y Bisnieta de la Princesa Isabel, la que pasaría a la historia por ser quien proclamó el fin de la esclavitud en su País.
Dueña de una personalidad soñadora, inquieta, imaginativa, estudiosa y viajera, estuvo vinculada a las artes desde su niñez. Estudió comunicación visual en la Universidad Católica de Río de Janeiro y posteriormente en el Van der Kelen Institute, de Bruselas, donde realizó su posgrado, recibiendo el Golden Medal Prize. Aunque durante esos años trabajó la cerámica, fue en la pintura, primero sobre tejidos y posteriormente sobre lienzos, con acrílicos y óleos, donde se encontró. Como dice ella, “cuando estoy pintando soy feliz”.
Como Embajador de mi país, es un verdadero placer presentar a una artista que tiene como foco “mostrarle al mundo la belleza de Brasil”. Lelli es una verdadera experta en la técnica del trompe d’oeil, a través de la cual se ha dedicado a enaltecer el aura mágica de las florestas cariocas.
Si bien se dice influenciada e inspirada por la técnica de los pintores europeos que visitaron Brasil en el siglo XIX, Lelli elogia la hermosa manera que tuvieron de observar la exuberante naturaleza brasileña. En su contacto permanente con el campo, con la naturaleza, se deja seducir por la exótica gama de colores que despliega, especialmente por la paleta de verdes. Basta observar sus obras, aunque más no sea de modo fugaz, para sentirse atraído y seducido por el deseo de sumergirse en esa naturaleza, llena de vida y misterio.
El Patio de los Carruajes y la Sala Pedro Figari del Palacio Santos, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay, sucumbieron al encanto de sus obras. Cada pared se transformó en una ventana directa a la mata brasileña, a la bahía de Río de Janeiro, a sus morros y laderas, por las cuales pudimos contemplar aves tropicales de los más diversos colores, logrando que los presentes pudiéramos vivenciar la emoción que sintieron los primeros navegantes al llegar a esas vírgenes costas sudamericanas.
No debe resultarnos extraño si al viajar por Alemania, Bélgica, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, Marruecos, Portugal, Suiza, el Sultanato de Omán, u obviamente Brasil, nos encontramos con obras de Lelli e inmediatamente somos cautivados por el inconfundible y personal trazo de esta artista brasileña.
Una vez finalizado su pasaje por Montevideo y ya rumbo a Europa para su próxima exposición, renueva su compromiso artístico de “volver a lo bello”. Puedo decirles simplemente que cuando Lelli pinta la naturaleza carioca, me enamoro. Afortunadamente, ha dejado en Montevideo no sólo su compromiso de pronto retorno, sino nuevos nuevos “enamorados” de sus pinturas, gracias a su fresca mirada a la belleza brasileña.”
Hadil da Rocha Vianna
Ex Embajador de Brasil