Por Gabriela Gómez.
Rodolfo Arotxarena (1958), más conocido como Arotxa, seudónimo con el que firmó sus caricaturas en el diario El País por más de cuarenta años, presentó Caudillos y silencios, una importante exposición de óleos de mediano y gran formato, en el Museo Nacional de Artes Visuales, con curaduría de Jorge Cancela y César Larroca. El artista ya había mostrado sus pinturas en 2001, en la muestra Caudillos, que expuso en la Iglesia de San Pedro del Durazno y un año después en el Edificio Constitución, en Montevideo. Arotxa, además de ser casi un sinónimo de caricatura por sus interpretaciones de los personajes y situaciones políticas más relevantes de nuestro país, también ha publicado, entre otros, los libros Dibujos al Pepe, con prólogo de José Mujica, Crudo, con prólogo de Fernando Andacht, y Jorge Batlle. We are fantastic. También fue el creador de El gardelazo, la gigantografía de una de una de sus
caricaturas de Carlos Gardel que se encuentra instalada en la Ruta 5 de la ciudad de Tacuarembó.
En esta nueva muestra, incorpora a su serie Caudillos una nueva, titulada Silencios, y logra retratar en estos dos movimientos plásticos la representación del campo uruguayo, las tradiciones, la mirada desde una realidad que se identifica con el interior de nuestro país. Caudillos se trata de 36 “retratos” de hombres de campo, que parecen haber estado posando para el artista, que se pueden diferenciar unos de otros por su simpatía política, de acuerdo con el color del pañuelo que llevan y los gestos de sus manos y sus caras. No se busca representar a los caudillos que llegaron a tener un nombre en nuestra historia, sino a hombres anónimos que Arotxa se encarga de traer a la memoria.
A esta serie se le agrega Silencios, que en cierta forma completa la anterior. Es una colección de pinturas de paisajes de campo, con grandes cielos y sin presencia humana alguna. Quizá sea por un acto de rebelión a la costumbre de retratar personas y tener que ahondar en sus características más destacadas para luego caricaturizarlas por lo cual en esta ocasión Arotxa prescinde de las personas y esto hace que la quietud y el silencio de sus cuadros sean aún más intensos.
El conjunto de estas dos series nos sumerge en nuestro campo y recupera un ámbito en el que los gauchos, los paisanos, los milicos, las luces y los modismos del lenguaje nos recuerdan cuáles son nuestras raíces.
Caudillos y silencios. Arotxa. Museo Nacional de Artes Visuales. Tomás Giribaldi 2283. Sala 5.