Es importante resaltar la importancia de una exposición sobre la legendaria Bauhaus, esfuerzo que el Museo Juan Manuel Blanes ha hecho en aras de la difusión de la cultura internacional. La influencia y derivaciones de la Bauhaus han sido extraordinarias y relevantes para el arte y el diseño occidentales. Decir Bauhaus significa hablar en términos de diseño moderno.
El primer director de esta institución, que surgió hacia 1919 en Weimar, Alemania, fue un pionero del modernismo –internacionalmente conocido como Art Nouveau–, el arquitecto Henry van de Velde. Su breve gestión fue seguida por el arquitecto Walter Gropius, el verdadero ideólogo e impulsor de este extraordinario proyecto educativo-productivo. Esta sustitución en la dirección implicó el sustantivo salto del diseño modernista al diseño moderno, cuyos efectos se hacen sentir hasta el día de hoy. Walter Gropius fue un admirador de las catedrales medievales. Sabía que para erigir estos monumentales edificios fue necesaria una gran organización y un pensamiento colectivo alentado por la fe en el futuro del hombre, tanto desde el punto de vista espiritual como material. La división del trabajo en la construcción de las catedrales medievales constituyó un punto de inflexión para Gropius, quien pudo distinguir el valor del conocimiento empírico –trasladado por tradición oral– de los maestros constructores en perfecto acuerdo con los aprendices que hacían el trabajo de afinación y colocación de las piezas bajo su dirección.
La Bauhaus nació como una institución de enseñanza que permitiera a Alemania, derrotada en la Primera Guerra Mundial, estas condiciones de competir con artículos de diseño, y por consiguiente mejorar su economía. Esta aspiración venía precedida por movimientos previos como la Deutsche Werkbund, integrada por arquitectos y artesanos. Gropius tuvo la oportunidad de construir un modelo pedagógico-productivo con aquellos objetivos desde una institución financiada –pobremente, a lo largo de casi toda su historia– con fondos públicos. Se requería para ello una prodigiosa capacidad de imaginación e inventiva en un campo que era absolutamente nuevo. De hecho, la Bauhaus fue la primera institución que vinculaba el arte, el diseño, la artesanía y la tecnología al servicio de la producción industrial. Desde nuestro punto de vista aún no ha sido superada, por lo que la consideramos un verdadero paradigma. Más allá de las críticas políticas e incluso las referidas a su pedagogía innovadora, la Bauhaus demostró pragmáticamente sus principios y alcanzó el objetivo que se planteó.
Actualmente el término “arte” está sujeto a continua polémica. Para Gropius y su equipo inicial –constituido por artistas de vanguardia y técnicos especialistas– el problema era básicamente simple (en su formulación): 1) elevar la artesanía a la categoría de arte; 2) generar una articulación con la industria a efectos de comercializar los productos creados en la escuela; 3) generar una interacción social desde una novedosa concepción de la enseñanza basada en el respeto a las capacidades creativas del estudiante-aprendiz, quien trabaja en coordinación, y no en carácter subalterno, con el docente; 4) generar un concepto de comunidad creativa con profunda inserción en la sociedad que la contiene para posibilitar la inserción laboral y mejorar la calidad de vida.
Estos objetivos, salvando las dificultades que tienen todas las instituciones –aun las económicas, porque es de subrayar que Gropius llegó a organizar ollas populares para asegurar la continuidad de la institución– se cumplieron. Posiblemente no lo haya logrado en la medida de las expectativas de todos los docentes de la Bauhaus, que por otra parte tuvo fuertes movimientos internos, pero sí dejó un precedente en cuanto a que era posible alcanzar tales objetivos. En este sentido, es definitorio el hecho de que la escuela fuera cerrada por el régimen nazi con el ascenso de Adolf Hitler al poder en 1933. A partir de ese año comienza la migración de sus docentes hacia Estados Unidos, cuya influencia se hizo evidente tanto en el arte como en la arquitectura. Cabe señalar que el último director de la Bauhaus, Ludwig Mies van der Rohe, desarrolló su proyecto del rascacielos en aquel país que le concedió asilo, proyecto profundamente transformador del urbanismo a nivel mundial.
La Bauhaus, siguiendo los anhelos de Gropius de emular las catedrales medievales, que contenían diversas formas de arte enmarcadas en el proyecto arquitectónico, se dividía didácticamente en materias para el estudio de los lenguajes artísticos en talleres dirigidos por los “maestros de la forma” –artistas plásticos y visuales de primera línea en distintas disciplinas– y los “maestros artesanos” –quienes hacían que la idea creativa ya diseñada estuviera en condiciones de ser materializada–. Esto significaba una notable conjunción, a menudo llevada a cabo con rispidez, entre el concepto de arte o el concepto estético y su aplicación funcional y viabilidad material en tanto que producto.
El minucioso estudio de las posibilidades del material producido por la industria ha sido una característica de la Bauhaus. Esto significa que el estudiante debía moverse en el plano estético y creativo con la solvencia necesaria para producir un producto tangible en función de los materiales disponibles. Los nuevos caños tubulares de acero fueron ampliamente utilizados en el diseño de sillas, sillones y artículos de iluminación, así como en elementos arquitectónicos estructurales y otros. Visualizar las posibilidades artísticas de un material, ateniéndose a las limitaciones y facilidades que ofrece, fue como la Bauhaus, en definitiva, selló el concepto de “experimentación”. Este concepto, diferente del de investigación, es proclive de desarrollarse imaginando y visualizando las posibilidades a que nos referimos con profundo conocimiento de causa. La experimentación está directamente relacionada con la creatividad. Grandes artistas que trabajaron como docentes –Wassily Kandinsky, Paul Klee, Josef Albers, László Moholy-Nagy, Johannes Itten, Lionel Feininger y otros– nunca dirigieron a sus estudiantes a replicar sus propios modelos artísticos. Sus programas atendían a fomentar la creatividad por sobre todas las cosas. Con esta finalidad, cada uno de ellos elaboraba un plan de estudios teórico-práctico enfocado a comprender el fenómeno plástico y visual desde el punto de vista estético y formal. Las reflexiones sobre el arte y su práctica estaban a la orden del día. Kandinsky y Klee escribieron varios libros al respecto. Los ejercicios que los docentes planteaban buscaban la innovación desde la comprensión. Lo nuevo debía surgir de la puesta en práctica del espíritu de experimentación con sólidos fundamentos conceptuales sobre las formas artísticas de la visualidad, dirigida a los objetos de diseño. El concepto de diseño moderno, despojado de ornamento de origen en otras concepciones estéticas anteriores, reivindica visualmente la naturaleza de los materiales utilizados. La forma diseñada moderna está exenta de elementos que no cumplan el principio según el cual “la forma sigue a la función”. Esto significa que las variadas posibilidades estéticas deben contribuir a solidificar este principio en el que el material se constituye en la clave. Todos los productos de la Bauhaus, desde la cerámica hasta las luminarias, desde la mueblería hasta la fotografía, desde la vajilla hasta la indumentaria teatral, desde el diseño de telas hasta el diseño arquitectónico, participan activamente en nuestro mundo cultural contemporáneo en tanto modelos que han llegado a un clasicismo de rango moderno y que eventualmente, con ligeras variaciones, convive con nosotros a diario. El catálogo de la muestra que se exhibe en el Blanes tiene como título El mundo entero es una Bauhaus, que alude metafóricamente a lo que queremos señalar aquí.
Reconocer el prodigioso aporte de esta institución es hacer justicia a un proyecto que podríamos calificar de utopía convertida en realidad. Tal vez el propio Gropius sellara el destino de la Bauhaus cuando eligió su nombre, dado que significa “casa en construcción” y, por ende, siempre será un proyecto inacabado. El Museo Blanes ofrece un mapa detallado del itinerario de la Bauhaus que aquí sólo hemos reseñado de forma escueta. Acompañada por una serie de fotografías inéditas, la muestra adquiere un fuerte carácter pedagógico. Maquetas originales de arquitectos como Gropius, Hannes Meyer y Mies, entre otros, proporcionan un espectáculo cautivante. Ejemplos de fotografía, de vajilla, de impresos con la tipografía de la Bauhaus, una muestra textil original y varias fotos de diseño de telas, junto con modelos de sillas y bancos originales, se agrupan en módulos que ofrecen una visión cabal –aunque necesariamente restringida– de una institución que en su corta vida legó una riquísima experiencia artística, en el marco de la cual sus promotores, docentes y estudiantes lucharon a la par por llevar el arte a la vida cotidiana, enalteciendo el espíritu de libre creación, de reflexión y de solidaridad en sus niveles más altos.