Por Gabriela Gómez.
En el edificio Fundación Banco República, en la Ciudad Vieja, se puede ver la enorme producción de alumnos y exalumnos del taller José Pelayo (1956), escultor uruguayo que recibió su formación artística en el Instituto San Francisco de Asís y en el Museo Nacional de Artes Visuales, en Montevideo. Pelayo dirigió un estudio de escultura en el Taller Clever Lara y también fue fundador y docente de Talleres del Sur, en el Museo Joaquín Torres García.
Por el taller de Pelayo, en estos veinte años, han pasado muchos alumnos y como lo manifiesta el artista: “Un 5 de mayo de hace veinte años atrás, me instalé en Malvín. Todo comenzó en el Taller de Clever Lara, quien me invitó a crear un taller de escultura; estudio y trabajo en volumen. Allí fueron varios años hasta que me trasladé a la calle Michigan, al costado de la Escuela Experimental, para luego instalarme en el espacio que ocupamos hoy, en la calle 18 de Diciembre. En mi taller personal, nacía un espacio para la enseñanza”.
De esta experiencia han salido algunos artistas consagrados, como Federico Arnaud y Mónica Packer, cuyas obras se encuentran expuestas, destacándose la variedad de estilos y de materiales utilizados. “Muchas personas han pasado en estos largos años, en los que surgieron artistas con sensibilidad para ver y observar el contorno, el espacio y las artes. Han sido tiempos de crecimiento personal y mutuo, tiempos de mucha actividad creativa e investigativa, trabajando en todos los materiales posibles: piedras, modelado, hierro, portland, maderas, resinas, material de desecho, pinturas sobre diferentes planos y soportes que reflejan el ánimo conceptual, y la riqueza emocional del creador. Todo un mundo para enriquecer el hecho artístico”, cuenta Pelayo.
La creatividad y el desarrollo personal de sus alumnos es la piedra fundamental del taller, creatividad que Pelayo trata de no contaminar con sus propios trabajos y estilo, llegando a esconder sus propias obras a los alumnos para no influir en sus producciones. “La propuesta del taller siempre ha sido que cada persona trabaje en base a los materiales que se sienta más cómodo. Hay algunos materiales que no los he trabajado y por eso no los enseño. Pero la diversidad es lo que más me interesa porque cuando trabajo mi obra, por ejemplo, la escondo. Porque no me gusta influir en ellos. Mi obra la van a ver en una muestra individual que yo haga. Me parece fundamental que cada persona que va al taller trabaje en base a un concepto propio y por eso hay tanta diversidad de material y de obras”, dice el maestro.
Esta insistencia en la búsqueda de los propios intereses y formas de expresión personales ha determinado que implemente algunas formas de aislar al alumno del espacio exterior: “Tengo un cartel en la puerta del taller que dice: ‘Usted se encuentra aquí, no en ningún otro lado’, por el simple hecho de que la gente viene con cosas de afuera y la idea es cerrar el mundo exterior, acá es otra cosa: hay que expresarse, trabajar, crecer, en definitiva cambiar el mundo exterior… porque es fundamental en el sentido que puede ver una muestra de arte con otros ojos, y poder mirar la ciudad: mirar para arriba, porque la gente no mira para arriba”.
José Pelayo, 20 años del Taller Pelayo. Fundación Banco República. Zabala 1520.
Cobertura fotográfica completa por Mario Cattivelli en: http://revistadossier.com.uy/artes-visuales/20-anos-del-taller-pelayo/