Historia de un viejito que goza de buena salud.
Por Florencio Vega Vilches.
A Carmelo se la conoce como la Toscana de América del Sur. En un lugar de ensueño, cerca de donde los ríos Uruguay y de la Plata confluyen, su geografía ha permitido que el desarrollo del vino sea hoy la virtud productiva más destacada y distinguida.
Rodeada de viñas y viñedos, la ciudad fue fundada en 1816, nada menos que por José Artigas, pero sus antecedentes se remontan a 1527, cuando Gaboto erigió el Fuerte San Lázaro en las inmediaciones de la desembocadura del Arroyo de las Vacas. Precisamente, ese arroyo ha sido, desde entonces y para siempre, puerta de entrada y salida en el límite sur, así como la corriente hidrográfica que ha marcado el pulso de la localidad ubicada al noroeste del departamento de Colonia.
Además de recibir al navegante veneciano, Carmelo fue ocupada por los jesuitas establecidos en la estancia Belén, por los hispanos en tiempos de la corona, sirvió durante las luchas independentistas, fue medio para comerciar con la creciente Buenos Aires y canal de transporte de pasajeros con El Tigre, en la hermana República Argentina.
Hace poco más de un siglo, 111 años para ser exactos, se construyó la unión entre el sur y el norte carmelitano: el 1º de mayo de 1912 se inauguró el magnífico puente. De grandes y ostentosas estructuras de hierro, es único en su clase por su mecanismo de giro a tracción humana y el primero de su tipo construido en América del Sur.
El sueño del puente nació mucho antes, en 1885, cuando se conformó una “comisión popular” que gestionaría la construcción de dos puentes, uno sobre el Arroyo de las Vacas y otro sobre el de las Víboras.
Hay que tener en cuenta que en sus inicios “El Carmelo”, como se le conocía, tuvo en Buenos Aires, vía marítima, su principal punto de intercambio económico. Pero a fines del siglo XIX, cuando el comercio comenzó a tener un vínculo más importante con el interior del Uruguay y fundamentalmente con Montevideo, se hizo evidente la necesidad de tener una unión terrestre cruzando el Vacas. Este menester encontró eco en el batllismo y su política de obras públicas y, puntualmente, de mejora de la caminería en todo el país.
La comisión popular alcanzó su primer mojón hacia la realización de su proyecto en 1901, con la presentación de un proyecto de ley ante el Parlamento sobre la construcción de un puente sobre el Arroyo de Las vacas.
En 1907 el recién creado Ministerio de Obras Públicas llamó a licitación para su construcción, responsabilidad que recayó en las Fábricas Unidas de Augsburg y Nürnberg, del entonces Imperio Alemán. Con varias inspecciones a cargo del reconocido ingeniero Federico Capurro, todas de conformidad con el avance y tras varias pruebas experimentales, el Día de los Trabajadores de 1912 se procedió a la inauguración de la plataforma de 88 metros de longitud, entonces con piso de madera. Justo es puntualizar que, a pedido de productores, industriales y comerciantes locales, el tránsito ya se encontraba habilitado desde bastante antes, exactamente desde el lunes 8 de enero del mismo año.
El acto inaugural fue un hecho histórico para la localidad “Del Carmen”. Cuentan las crónicas de la época que la población desbordó el lugar, que la fiesta se desarrolló con alegría y que no faltaron los estampidos de bombas y cohetes. El puente en su punto más alto lució el pabellón patrio y su estructura, al igual que las residencias aledañas, se “vistieron” para la ocasión. La celebración se prolongó hasta la noche, con un número importante de concurrentes que “invadieron” el puente iluminado con farolitos y que al son de la banda popular local y sus retretas culminó todo con un gran brindis.
El puente giratorio es Monumento Histórico Nacional desde 1994. En 2016 comenzó el proceso para la construcción de un nuevo puente sobre el Vacas, cristalizado a mediados del 2021.
El hermano menor del más que centenario puente vino acompañado de un bypass que circunvala la ciudad, absorbiendo el tráfico pesado y permitiendo un tránsito más acorde a la edad al veterano que une Ruta 21 y la calle 19 de Abril.
Y el viejito goza de muy buena salud, da paso a cada momento y cada año los vecinos celebran su vida con una gran fiesta en su vecina y coqueta Rambla de los Constituyentes. A modo de homenaje se gira y abre para el paso de embarcaciones, y en paralelo al arroyo se yergue imponente, con sus “pieles” rojas y radiantes.
Es el ícono local. Como la Torre Eiffel parisina, el Coliseo romano, el Obelisco bonaerense o la berlinesa Puerta de Brandeburgo, aparece en cada foto de turista, en cada historia escrita o entre las rimas de los poetas. Es de todos y es pasaje de vuelta, porque, como reza la leyenda local, “quien lo cruza regresa, siempre regresa”.
Tiempos violentos
En dos ocasiones el Puente fue sacudido por la naturaleza, en 1951 y en 2018, y en situaciones similares.
En noviembre de 1951, embarcaciones que venían hacia la desembocadura arrastradas por una tormenta, chocaron con su estructura, lo que motivó la clausura y reparaciones que se prolongaron hasta abril de 1952.
En diciembre de 2018 se repitió la historia. Arrastradas por la corriente, tres embarcaciones embistieron el puente y desplazaron su estructura considerablemente. Aunque en los primeros días de 2019 se restituyó el servicio para vehículos livianos, su total restablecimiento se produjo en febrero, incluyendo nueva iluminación.
Datos y fotos antiguas gentileza de Archivo y Museo del Carmen.