Hasta julio de 2017 el Museo de Historia del Arte exhibirá réplicas en yeso y gigantografías (A. Testoni) de la obra de Donatello. Esta exposición, que abrió sus puertas el 1° de octubre de 2016, es una reedición de la exitosa muestra realizada en 1996 y 1997. Como ilustra la página web del museo, “Donatello quizás sea la personalidad artística más rica del Quattrocento italiano (siglo XV). Hunde sus raíces en el Gótico, abandonándolo progresivamente cuando esa estética le resulta limitante para transmitir sus nuevas inquietudes. Estudió la Antigüedad clásica pero no para reproducirla canónicamente, sino como fuente de inspiración a la que supo imbuir de algo totalmente nuevo en el arte y que es fundamental en la edad moderna: lograr la expresión moral a través de la estética. En los más de sesenta años de labor incesante y autocrítica, logró no sólo plasmar y desarrollar el lenguaje escultórico del Renacimiento, sino que se anticipó en algunas obras al arte del siglo XVI, llegando incluso a figuraciones de gran expresividad, como la Magdalena del Baptisterio de Florencia”.
En cuanto a la exposición, llama enormemente la atención; resulta magnífica la capacidad mimética de las esculturas; las gigantografías captan a la perfección la esencia de las obras. Sin duda alguna, representa una muestra valiosa a la que se debe asistir. Al respecto Dossier conversó con Gustavo Ferrari, director del Museo de Historia del Arte.
Donatello fue, sin duda, un impulsor del Renacimiento, pero no el único. ¿Por qué se lo ha elegido a él y no, por ejemplo, a Brunelleschi?
De Miguel Ángel también tenemos mucha cosa, pero son piezas enormes y desde que estoy en el museo nunca hemos podido moverlas, salvo las dos réplicas de los esclavos del Louvre, que son bastante livianas y las movilizamos dentro de este nivel, del depósito a la sala que era de usos múltiples, donde ahora está la colección de arte oriental. En el caso de las cuatro piezas principales de la Capilla de los Medici, aun separando la base de la escultura, cada una no baja de los trescientos kilos. No tenemos en el museo ni personal ni elementos mecánicos para movilizarlas. La idea es que cuando consigamos esos elementos las llevemos del primer subsuelo a la planta baja, y ya no sacarlas de ahí. En el proyecto se prevé, contiguo a esa sala de exposiciones donde estará Donatello, un depósito visitable para que sean fácilmente guardables o rotables esas grandes piezas dentro del mismo nivel. Pero hoy resulta muy difícil porque estamos en pisos distintos y hay que sacarlas del museo, dar toda la vuelta y volver a entrar con elementos mecánicos que no tenemos. Hay otra gran pieza de Miguel Ángel que está en el hall de entrada de la Intendencia, que es una quinta pieza de la Capilla de los Medici, la Madonna con el niño, que es más grande que las otras.
La primera exposición reivindicando la figura de Donatello fue en 1996, en la sala multiuso, pero debido a su gran recepción decidieron utilizar el atrio de la Intendencia al año siguiente. Además, en 2013 recibieron una réplica de bronce del Amore-Attis. ¿Esperar hasta 2016 fue meramente azaroso, o para celebrar los veinte años?
Los veinte años podrían haber sido un buen motivo, pero también, justamente, la intención fue presentar en público, en sociedad si se quiere, esta nueva pieza que, si bien se adquirió en 2013, se tardó en terminar de concretar el acceso definitivo al museo para exhibirla y presentarla oficialmente como parte del acervo. Fue una gran pieza, porque es una réplica en bronce, de esas cosas maravillosas que todavía se encuentran en Uruguay, que han venido en otra época y que muchas veces se van del país. Por suerte tuvimos la oportunidad de recibir el apoyo de las autoridades para poder adquirir esa pieza en subasta pública y que no se fuera del país, que pasara al acervo público y, por lo tanto, pudiéramos disfrutarla todos los uruguayos. Es una pieza poco conocida de Donatello aunque esté en el museo del Bargello, en Florencia; fue un aporte muy importante. También, año a año, hay compromisos para esa sala, para hacer otras muestras transitorias que armamos nosotros o que nos piden o proponen embajadas, entre otras cosas, y pasaron estos veinte años. De todas maneras, es también un avance de lo que será el montaje definitivo de esas salas.
La exposición Donatello, una llave entre dos mundos refiere al Renacimiento como un período de transición entre el Medioevo y la Edad Moderna. ¿Cuál es el impacto de esta exposición para un receptor de finales del siglo XX y comienzos del XXI?
En primer lugar, que quizás, más allá de que puede estar bien lo que planteas en la pregunta en cuanto a interpretar esos dos mundos como de la Edad Media y la contemporaneidad, no pretendíamos tanto cuando pusimos ese nombre. Más que nada, era la llave hacia el Renacimiento, era un poco más limitada. Aunque es válida también esa interpretación un poco más amplia, no pretendemos afirmar que fuera tan importante, si bien lo fue en la historia del arte. Sí abría una puerta –o ayudó a abrirla– entre otros muchos artistas, historiadores, escritores de la época, que permitió llegar al Renacimiento, que fue una apertura a muchas cosas y que termina en ese reconocimiento del hombre como elemento central, y de ahí a nuestra contemporaneidad. La Edad Media no fue una época de oscurantismo ni mucho menos; fue muy importante en muchos descubrimientos y en muchos sentidos. Para el visitante de hoy, tan metido en los medios digitales mediante los cuales tiene acceso a información sobre un artista como Donatello y a su obra, es mejor ver una réplica en tres dimensiones que tener que desplazarse a Europa (lo que no todos pueden hacer) y recorrer varios museos donde pueden estar esas piezas distribuidas. Vivenciar en directo elementos que llegan directamente a la sensibilidad del ser humano –y lo que se percibe no se olvida más– implica una impronta que no pueden dar internet ni los medios audiovisuales. Lo otro es un complemento de información, de querer investigar más. Por supuesto que es muy útil, pero no sustituye el hecho de ver las cosas en verdadera situación y, aunque viéramos esas réplicas por foto, incluso de la misma exposición, no es lo mismo que verla, porque es fundamental recorrer un espacio con la iluminación, con el entorno… En el museo se tiende justamente a que cada muestra tenga un ambiente que la favorezca, para que la gente la perciba, la sienta y le guste. A eso apuntamos.