Por qué y por quiénes.
Por Natalia Rehermann de Carvalho.
Este año, la Comisión de Patrimonio Cultural ha resuelto dedicar el Fin de Semana del Patrimonio (en octubre) a la vitivinicultura.
El Día del Patrimonio fue creado para que las comunidades tengan una instancia donde expresar su identidad, reflexionar sobre ella, analizar su patrimonio cultural y natural, compartir y enseñar sus costumbres, saberes e historias. Así como despertar el interés de las personas e invitarlas a ser partícipes en la identificación y preservación de los bienes patrimoniales que integran la identidad colectiva de su localidad.
La consigna traza una línea de trabajo, pero también se espera que sea inspiradora para desarrollar propuestas con temas propios que estén relacionados con los bienes culturales, artísticos e históricos, así como sus costumbres o la interacción con otras ciudades, departamentos o países limítrofes.
Inspirados en la consigna u otros enfoques propios de cada localidad, pueden ser la motivación para organizar diversas actividades: recorridos guiados o autoguiados, breves charlas interactivas, exposiciones y proyecciones con la presencia de sus anfitriones, apertura de lugares históricos o simbólicos, muestras de danza, canto y música, circuitos para aprender o redescubrir sitios emblemáticos, observar construcciones históricas y sus entornos, o realizar una invitación para dialogar e intercambiar conocimientos, recuerdos, entre otras posibles ideas.
Estos párrafos de explicación de la página del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), explican el fin de la elección cada año, poniendo en valor personalidades y temas diversos. Este año, tenemos la oportunidad de festejar, celebrar y honrar a la vitivinicultura, como tema elegido para el Fin de Semana del Patrimonio, el 5 y 6 de octubre. El vino como tradición, inmigración, trabajo e innovación.
¿Por qué celebraremos la vitivinicultura este Fin de Semana del Patrimonio 2024? En 1874 se establecieron los viñedos de Pascual Harriague en San Antonio Chico (Salto) y la granja del catalán Francisco Vidiella en Colón (Montevideo).
Años después, ambos vieron el fruto de su esfuerzo con las primeras cosechas de las variedades Tannat y Folle Noir, respectivamente, conocidas originalmente por sus apellidos. Posteriormente, estos dos pioneros ganaron los premios otorgados por el gobierno, por haber sido los primeros en elaborar cine mil litros de vino nacional puro.
Estas familias, pioneras en la vitivinicultura, fueron el cimiento fundamental de nuestro patrimonio vinícola, al introducir nuevas cepas y demostrar que era posible cultivar vid en Uruguay. Este año se celebran los 150 años de nuestra vitivinicultura.
Harriague
Pascual Harriague nació en Hasparren, Bajos Pirineos, Francia, en 1819. Llegó a Montevideo en 1838, comenzó trabajando en un saladero en la zona del Cerro. A mediados de siglo se trasladó a Salto, donde comenzó su actividad productiva y comercial; en 1860 fundó el saladero La Caballada sobre las costas del Río Uruguay. Este establecimiento mantiene su prestigio hasta la actualidad. En su chacra de San Antonio Chico comenzó sus experimentos con cultivos de uva criolla, sin tener éxito. Pero no se rindió, el año 1870 Pascual inició plantaciones de cepas francesas como la tannat, con el objetivo de producir vino al estilo de Burdeos, a la cual se la conoció como uva Harriague.
Después de mucho esfuerzo y varios años de trabajo, una exitosa cosecha marcó el comienzo de la industria vitivinícola en Uruguay. Su establecimiento, la Granja Harriague, se convirtió en el epicentro de la actividad vitivinícola del país, almacenando más de mil barricas de vino y produciendo diversas variedades: tinto, clarete, blanco y seco. En 1888, en reconocimiento a la calidad de su producción, el gobierno le concedió una medalla de oro. Por estos éxitos es considerado el padre de la vitivinicultura nacional con la primera bodega comercial del país. Fue el introductor de la cepa conocida en la actualidad como tannat, considerada la más importante de Uruguay, y el principal impulsor de la vitivinicultura en Uruguay. Harriague falleció en Bayona, Francia, en enero de 1894.
A finales del siglo XIX, la filoxera amenazó con devastar las plantaciones de uva en todo el mundo, incluidas las de tannat. Sin embargo, algunas plantaciones en Uruguay, incluida la de Harriague, sobrevivieron a esta plaga, lo que contribuyó a consolidar la tannat como la cepa insignia.
El legado de Pascual Harriague perdura en la historia vitivinícola latinoamericana como el pionero que introdujo la vitivinicultura moderna y estableció las bases para el éxito de la cepa tannat. Un siglo después, y quizás sin que Pascual Harriague lo imaginara, “su” tannat se convirtió también en la cepa insignia de los vinos bolivianos.
Homenaje
En el departamento de Salto, lleva su nombre la escuela Escuela N° 69 de Colonia Harriague, que el 11 de julio de 2001 recibió el nombre de Pascual Harriague.En este departamento también hay un parque público que lleva su nombre. Con motivo de celebrarse el bicentenario de su nacimiento, entre el 8 y el 14 de abril de 2019 se celebró una serie de actividades en el departamento.
Vidiella
Francisco Vidiella nació en España en 1820, hijo de catalanes, y en 1835 viajó con su familia a Uruguay, donde se inició en la industria vitivinícola.
Vidiella viajó nuevamente a España entre el 1873 y 1874, y volvió a nuestro país con lo más avanzado de la industria. Desde el principio su objetivo fue producir vinos y aceites nacionales que compitieran en precio y calidad con los provenientes del extranjero. A su regreso en 1874, adquirió unos terrenos baldíos (treinta cuadras cuadradas) en Villa Colón, próximo a la estación del ferrocarril. Sostuvo una verdadera lucha para conseguir cepas que, por su resistencia y producción se adaptaran al clima uruguayo. En unos seis años logró convertir la granja en un modelo de industria y productividad. Allí plantó tres mil quinientos olivos de las mejores calidades de Europa y América. En 1880, el vivero de Vidiella contaba con más de diez mil plantas de aceitunas, provenientes de Cataluña, Andalucía, Valencia y Niza. Para 1883, la granja tenía entre diez y doce mil olivos de más de veinte clases de aceitunas la genovesa y la española que produce el riquísimo aceite para comer y emplear en las fábricas de conservas, la gruesa sevillana y hermosa manzanilla la reina.
Fue fundador de la Asociación Rural del Uruguay (ARU)y creó la primera biblioteca especializada en aspectos vitivinícolas.
A pedido de la ARU redactó un manual en el que resumía sus conocimientos y experiencias; Eusebio Blanco publicó el Manual del viñatero en Mendoza, donde tradujo y anotó el redactado por Henry Machard; y Pablo Varzi volcó al castellano el libro de P. Viola y P. Ferrouillat, Manuel Pratique pour le traitement des maladies de la vigne. No menos importante son los programas y las acciones de las direcciones corporativas que dedicaron grandes recursos y energías a la constitución de bibliotecas muy actualizadas. De igual modo procedieron la mayoría de los empresarios en el sector, y si aún las bibliotecas agrarias no han sido objeto de un estudio en profundidad, no es aventurado afirmar que los manuales franceses y españoles del siglo XIX eran conocidos por los miembros de las elites en Santiago, Buenos Aires, Mendoza, Montevideo, y en otras ciudades de provincia.
La contratación de especialistas y profesionales europeos –como lo demuestran Briones Quiroz y Rodríguez Vázquez– precedió y acompañó las primeras décadas de funcionamiento de las facultades de Agronomía y Veterinaria. Finalmente, la incorporación de idóneos y de trabajadores con experiencia en el sector –en su casi totalidad inmigrantes europeos– completaron el cuadro que permitió el desarrollo de las vitiviniculturas de la región.
Comienzos
En las proximidades de la ciudad de Mercedes (Soriano) comienza la actividad vitivinícola del país. Aquí se identificaron un núcleo de pequeños y medianos productores, pocos de ellos con bodega, y un gran empresario con negocios diversificados. La zona era ideal, estaba fuertemente conectada y vinculada comercialmente con el frente fluvial uruguayo, desde Colonia a Salto, la provincia argentina de Entre Ríos, y la ciudad de Buenos Aires, y con el mercado capitalino. La vitivinicultura convocó en esa localidad a pocos productores y, por otra parte, no alcanzó las cotas de Montevideo, Salto o Canelones.
La vitivinicultura nació en esta localidad como una actividad que prometía un futuro próspero para sus cultores. Sin embargo, su progreso fue más lento que lo esperado y hacia 1950 inició su decadencia definitiva.
La década 1980 asiste a una expansión de la actividad agropecuaria. Para fines de la década, la ARU realiza una importante encuesta a modo de censo, de donde salen datos muy interesantes, como conocer a los productores, la extensión de sus viñedos, las cepas aclimatadas, los métodos de plantación y poda, y otras prácticas para su cuidado. Con esto fue posible organizar un mapa aproximado de productores. Si bien la mayoría eran viñedos pequeños, los había también medianos. A partir de las respuestas se identifica una superficie de 61,5 hectáreas destinadas a la viña. Por otra parte, esas respuestas contienen referencias a otros nueve viticultores de los que no se tiene otro dato que sus nombres. Es estimable que destinaban poco espacio a este cultivo, de modo que la superficie del viñedo mercedario no debía superar entonces las 75 hectáreas.
El distrito vitícola de Mercedes era muy reciente: la mayoría había iniciado su plantación en los meses previos a la encuesta o no más allá de dos años antes. Los principales proveedores fueron los “padres” de la vitivinicultura uruguaya, Francisco Vidiella (con establecimiento en Montevideo) y Pascual Harriague (en Salto), si bien algunos productores indican a terceros (Luis Lerena Lenguas, Doménico Basso). La buena comunicación de este distrito con Montevideo y Salto pueden explicar el fluido contacto con aquellos dos referentes nacionales.
Homenaje
En 1891, en la plaza de Colón se inauguró una estatua en su honor –obra de Juan Luis y Nicanor Blanes, hijos de Juan Manuel Blanes–, que consagra los méritos de este progresista ciudadano. También una calle en Montevideo lo recuerda y homenajea.
“Amaba la viña y el olivar que nos había visto nacer”, escribió en 1891, con motivo de la inauguración de un monumento en su honor. Francisco Vidiella falleció el 25 de febrero de 1884
Inavi
Bajo la consigna “Tierra de valores”, se busca transmitir la esencia de la viña y el vino en Uruguay y las particularidades de su legado, con el objetivo de seguir promoviendo el desarrollo de una vitivinicultura innovadora, sostenible y responsable.
Actualidad
Nos han dejado un legado tan importante que tenemos que seguir trabajando para visualizarlo. El Día del Tannat se celebra cada 14 de abril en honor a la fecha de nacimiento de Pascual Harriague. Cada año el mes de abril es y será celebración de nuestra cepa insignia con diversas actividades a lo largo y ancho del país. En la actualidad son casi 5.900 las hectáreas de viñedos totales cultivados en Uruguay, de las cuales casi 1.600 son de uva tannat.