En cuatro sitios de la Ciudad Vieja
2ª Bienal de Montevideo
La segunda edición de la Bienal de Montevideo, con el título 500 años de futuro, y la participación de once uruguayos y cerca de cincuenta artistas de otros países, fue inaugurada simultáneamente en cuatro locales de la Ciudad Vieja: el Gran Hall de la ex sede central del Banco República, el ex Anexo de la calle Zabala, la Iglesia San Francisco de Asís, y el Museo de Artes Decorativas-Palacio Taranco.
Como en la primera edición, el curador general es el alemán radicado en Brasil Alfons Hug, mientras que Santiago Tavella es co-curador. La idea que da título a la Bienal es que en todas las épocas el presente ha sido una proyección hacia el futuro, pero que la distancia que separa el presente del futuro se ha medido de modos diferentes.
La entrada al Gran Hall está dominada por una pintura no figurativa de gran formato del argentino Eduardo Stupía. Tras la misma cuelga My Private Downtown (2014), del alemán Franz Ackermann, una pintura que incluye fotos de Montevideo tomadas durante los días previos a la inauguración de la Bienal. Como contrapunto, el fondo de la gran sala está ocupado por una gran obra del argentino Leandro Erlich, que refleja la fachada de una casa (armada en el piso) en una gran superficie espejada oblicua. Los espectadores que caminan o se acuestan en la obra aparentan caminar por la fachada, o colgar de balcones y ventanas, con un resultado bastante superficial que está en el límite del espectáculo.
El concepto del tiempo es central en el Gran Hall, materializado en el contrapunto de la instalación sonora de los hondureños Leonardo González y Adan Vallecillo, que en 1:492 (2014) reproducen las campanadas del reloj mecánico de la Catedral de Comayagua en Honduras (construido por los árabes y donado en 1650 por el rey Felipe III) con Standard Time (2008-2014) del alemán Mark Formanek, en la que se vuelve a la medida manual del tiempo, con colaboradores que cada minuto cambian la hora con tablones adaptables a una estructura metálica.
Las obras de uruguayos mostradas en el Gran Hall son la instalación Errante (2014) de Rita Fischer, la que interactúa con la altura del local; Sculpting Time
(2014) de Javier Bassi, una composición que refleja un interés por el espacio arquitectónico; Tapiz, huellas en el territorio (2014) de Paola Monzillo, un collage con mapas de ciudades hispanoamericanas en forma de tapiz precolombino; una instalación de Lucía Pittaluga, con humo que regularmente surge de las que fueran cajas del banco; seis fotografías de Federico Rubio de construcciones en ciudades del interior; y una instalación de Andrea Finkelstein, un conjunto de objetos de papel combinados con sutiles dibujos realizados sobre la superficie del soporte.
En el Gran Hall también se muestran varios videos de distintos artistas en monitores de formato mediano ubicados en el mostrador de las que fueran la cajas del banco, mientras que una serie de videos en mayor formato son exhibidos en el Anexo Veltroni del Banco República (en la calle Zabala), en cuyo piso superior también son mostrados trabajos fotográficos. El aporte uruguayo en el campo del video está
conformado por dos obras. Tiempo muerto (2014) de Fernando Álvarez Cozzi, es una videoinstalación compuesta por cuatro pantallas consecutivas que muestran cambiantes entornos urbanos en blanco y negro, los que ha su vez son “poblados” por imágenes en color de menor formato en las que aparecen distintos personajes, en algunos casos sumamente bizarros, en poses y situaciones de fuerte contenido erótico. Desembarco curvilíneo (2013) de Ricardo Lanzarini es una recopilación de parte del Proyecto Trapananda (realizado en Aysén, Chile) en el que se documenta la intervención de formato gigantesco que el artista realizó sobre la superficie del metal oxidado de un viejo barco.
Los trabajos fotográficos de uruguayos mostrados en el Anexo son Siempre presente (2014) de Matilde Campodónico, una fotografía ambientada en un museo con un rectángulo blanco en el lugar en el que supuestamente debería estar expuesto un cuadro, y parte de la serie La represa (2013-2014) de Diego Velazco, dos fotografías de detalles de la estructura de la construcción aludida en el título.
La nave central de la Iglesia San Francisco está dominada por Oriente (2014), una instalación del brasileño Marcelo Moscheta, realizada con rocas tomadas de las orillas del río Uruguay y apoyadas sobre bases de parafina blanca que se extienden por el piso hacia la derecha (el oriente del título) en una suerte de reconstrucción del relieve de distintas partes del territorio uruguayo.
El trabajo está rodeado por la instalación sonora colectiva Voces indígenas, en la que varios artistas han registrado algunos de los lenguajes autóctonos hablados por los 28 millones de indígenas que hoy habitan América Latina (6% del total). Hay cerca de 600 lenguas amerindias, pero aunque algunas de ellas (quechua, aymara, nahuatl) están muy extendidas, un tercio del total está cerca de extinguirse, ya que son habladas por muy pocos individuos, o sólo en parte se mantienen por tradición. Es el caso del charrúa, lengua que es el motivo del aporte del uruguayo Gustavo Tabares, con una voz que pronuncia una serie de palabras acompañadas de un texto en el que se puede leer la traducción de las mismas al castellano.
Finalmente, en el Museo de Artes Decorativas-Palacio Taranco también son mostradas obras de Andrea Finkelstein, Rita Fischer y Gustavo Tabares.
Título: 2ª Bienal de Montevideo
Artista: Exposición colectiva.
Curaduría: Alfons Hug y Santiago Tavella.