Por Eldys Baratute.
El que camine por las calles de Montevideo puede sentir que algo ebulle bajo del asfalto. Algo se mueve bajo de los cimientos de una ciudad que transpira cultura. Y es que entre setiembre y octubre se celebra, una vez más, la Feria Internacional del Libro de Montevideo, espacio que no solo le pertenece al libro y a los escritores, sino a músicos, narradores orales, realizadores audiovisuales, artistas de la plástica, niños, adultos, públicos que hacen que la Feria sea una fiesta de las artes.
Algo que resalta en cada ocasión es la campaña visual. La idea de seleccionar un cartel, elegido por concurso, que represente el evento, contribuye a que la campaña mantenga una imagen única, a partir de la cual se modifican formatos, tamaños, estructuras, pero esa imagen constituye sello y modelo de representación.
En esta ocasión, el jurado integrado por la diseñadora y docente, Betiana Cuadra; Gabriela Sánchez, premiada en la edición anterior y el comunicador Emanuel Olivera, después de revisar todas las propuestas y elegir cinco finalistas, decidió entregar el premio a Lucía Ruggiano.
Según ellos, la obra de Lucia,
“…se distingue por una ilustración de gran calidad, capaz de suscitar múltiples interpretaciones y aportar una dimensión adicional de profundidad y significado al diseño. Las diferentes figuras, en diálogo simbólico con un libro, remite tanto a la experiencia de la lectura como a la idea de inmersión en la naturaleza, sugiriendo un nexo entre la literatura y el crecimiento personal e intelectual. La paleta cromática, aunque acotada, resulta sumamente efectiva: combina matices cálidos y fríos en un contraste que no solo genera equilibrio visual, sino que también transmite la noción de armonía entre lo orgánico y lo cultural. Este juego de colores orienta la mirada del espectador, realzando tanto el texto como la ilustración sin que ninguno pierda protagonismo. La coherencia entre estos elementos llevó al jurado a considerar este trabajo como la propuesta que mejor refleja los valores y el espíritu de la Feria Internacional del Libro de Montevideo.”
Y aunque creadora prefiere ilustrar, diseñar, soñar, desde la revista Dossier nos acercamos a para sacarle, casi a la fuerza, algunas palabras.
Estudiaste en la Escuela Nacional de Bellas Artes. ¿Crees que son necesarias escuelas como esa para los creadores?, ¿te apegas más a las herramientas de la técnica o al vuelo creativo?
Sí, es necesario que exista la educación pública y gratuita, y que se sostengan espacios donde el aprendizaje tenga que ver más con curiosidad, que con funcionalidad. También me parece maravillosa la educación informal, y también creo que no es necesario estudiar nada de ningún tipo para crear. En mi caso técnica y creatividad se retroalimentan. Si hay que elegir: creatividad.
Muchas personas piensan que la ilustración, sobre todo la que se hace para niños, adolescentes y jóvenes, es un género menor. ¿Por qué entonces tratar de acercarse a esa zona de la creación?
Porque me gusta y me divierte
En algún momento dijiste que has trabajado en muy diversas cosas, la gente curiosa que vea el cartel de la Feria, querrá saber en cuáles diferentes cosas trabajó la persona que, de cierta forma, identifica visualmente el evento, así que aprovecha y cuéntame.
El último tiempo trabajé de día en una escuela, y de noche en un bar. Así de incoherente es el resto de mi curriculum.
Haz trabajado en proyectos de un corte histórico-social, sobre todo, la revista Lento, el libro 197 historias y también has trabajado para la editorial Pez en hielo, ¿Cree Lucía en el compromiso del arte con su momento, con su tiempo, su sociedad?
Si, creo que todo funciona como un ecosistema, y que se es parte, en ese sentido hay siempre una responsabilidad, más que nada como personas. En el arte creo que son muy diversas las formas en que eso puede manifestarse.
Usas mucho la palabra Inútil, incluso identifica tu perfil de Instagram, ¿por qué el énfasis en esa palabra si me queda claro lo consciente que eres de la utilidad del arte?
Claro, depende a los ojos de quién. Fue un poco un juego con un preconcepto que siento que existe, sobre lo que es perder el tiempo, o no servir para nada. Por algo "inútil" se usa como insulto. Me gusta eso de no servir, sobre todo porque muchas veces, en temas de tiempo y productividad, no servimos a nuestros propios deseos, sino a los de otrxs. Ahora hay una colectiva que se llama "cuidadoras de lo inútil" que nuclea inútiles, y a mí me parece hermoso eso de juntarnos a compartir tanta crisis de productividad.
Cuéntame de la imagen que este año identificará la 47 Feria Internacional del Libro de Montevideo: motivación, por qué la paleta de colores, el concepto que manejaste.
Lo hice intuitivamente. Un poco la idea era que los personajes miraran a través de los libros. Y también supongo que hay algo de eso, ecosistémico, de afectación y fronteras no definidas entre adentros y afueras. La paleta también fue a intuición.
¿Ya has pensado en cómo te vas a sentir cuando camines por el recinto ferial y veas en varios sitios, tu cartel, eso que soñaste, amasaste, hiciste realidad?
No lo viví como algo soñado, sino más como una búsqueda por dedicarme a dibujar, y que eso sea sostenible. Pero sí me parece loco, que algo de estos cuadernos, tan íntimos y familiares para mí, ande ahí acampando en la ciudad, compartiéndose con tanta gente. Y me gusta mucho el ambiente de esa feria, así que no sé cómo me voy a sentir, pero creo que me va encantar. Estoy contenta con la idea.
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