Por Carlos Dopico.

El año pasado se conmemoraron cinco décadas de uno de los trabajos emblemáticos del camaleónico Frank Zappa, Apostrophe, el álbum publicado en 1974 y considerado por muchos como uno de los más accesibles para ingresar al sofisticado universo de la zappamanía. Se trata de una sólida obra rockera, hiperkinética y polirítmica, en la que el músico, compositor, productor y hasta realizador hace gala de su soberbia destreza en la guitarra. Si bien había transcurrido casi una década de su irrupción con Freak out! en 1966, y publicado ya 14 álbumes de estudio, Apostrophe fue el primer disco de Zappa en obtener reconocimiento popular y la certificación de oro, en gran parte gracias al éxito del álbum, “Don’t Eat Yellow Snow”. Se trata de un disco breve, en el que son suficientes treintaiún minutos y ocho canciones para convencer a cualquier neófito en la materia. Entre la pléyade de veinticuatro grandes músicos que participan en el disco podemos mencionar al pianista George Duke, al bajista Jack Bruce, a Ruth Underwood en el xilófono, a bateristas como Jim Gordon y Aynsley Dunbar, violinistas como Jean-Luc Ponty y Don Harris, saxofonistas como Ian Underwood y Napoleon Murphy Broke, o el trompetista Sal Márquez. Si aún no has entrado en el universo de Frank Zappa y temías naufragar, Apostrophe es probablemente la obra adecuada para comenzar a descubrir uno de los genios musicales del siglo XX.