Por Eldys Baratute.
Estar en la tercera edición de La Galatea, encuentro de editoriales y feria de libros de autores nacionales, en el jardín del Museo de Artes Visuales, es una invitación para encontrarte con textos, sellos editoriales o editores que conocías solo a través del universo de las redes sociales, y aunque tenemos mucho que agradecerles a estas, no te permiten sentir el olor del libro impreso, del placer de acariciar las páginas, hacerlas tuyas, leer un fragmento al azar, a veces sin comprarlo. Una relación muy personal se establece entre el lector y el libro cuando el primero tiene entre sus manos al otro.
Fotos por Paola Scagliotti.
También es el momento de descubrir que ese like que diste, que esos comentarios de satisfacción ante el anuncio de un nuevo nacimiento editorial, han sido para un proyecto real, factible y que dialoga con los lectores más allá de las redes.
Con ese deseo de “encontrar la realidad, la belleza” entre los pasillos del jardín del Museo de Artes Visuales, descubrí a Ocho Ojos, un sello independiente que desde hace algún tiempo sigo a través de las redes. No solo porque se arriesgan a competir en un mercado que cuenta ya con instituciones establecidas, sino porque, tanto la ilustración como el diseño, les otorgan una característica distintiva dentro del panorama. Es muy fácil identificar los libros de Ocho Ojos.
Un diseño dónde destaca el lirismo. Llevo rato pensando la palabra y definitivamente es esa: lirismo. Es eso lo que más me atrae de este reciente sello editorial, se respira poesía cuando te acercas, aunque sea un libro de otro género, se respira una delicadeza que te invita a comprarlo, no para leerlo (o quizás sí), sino para regalarlo a alguien que quieras mucho. Es un acto de bondad regalar la poesía.
Una imagen que flota en un fondo con tonos pasteles, ha caracterizado la ilustración de cubierta de los primeros libros de Ocho Ojos (por cierto, agradezco el logo de la editorial, que resume el espíritu del sello). Una imagen que se sienta lejana, casi en tercer plano, aunque la tengas muy cerca, porque el fondo pastel la abriga, como si esa imagen estuviese pidiendo un abrazo. Junto a ese lirismo que carga, la artista visual logra que se sienta empatía con la imagen, ganas de arroparla.
Y dentro de esos pocos títulos que ya tienen en venta, destaca Cajita, un libro que rompe con los modelos tradicionales de formato. Una caja pequeña con veintiún postales, es un regalo que cualquiera agradecería. Veintiún poemas de veintiún autores residentes en Uruguay conviven en esa cajita juguete, cajita sorpresa, cajita poemario, cajita regalo. Veintiuna postales con veintiuna imágenes de Aiara Camacho, como si de una exposición se tratase, diseño de Sofía Silvera y Juan Gallinares y dirección editorial de Camilo Baráibar. Veintiuna postales que no tienen orden ni numeración, como una invitación a una lectura aleatoria, sin orden ni dramaturgia. Incluso me gusta pensar que cuando uno se despierta, antes del café matutino, pudiese escoger una de las postales al azar, leer el texto y repetir alguno de esos versos a lo largo del día.
No voy a hablar de los poemas, solo decir que cada uno de ellos tiene el lirismo que se respira en Ocho Ojos, que Carolina Álvarez, Eloísa Avoletta, Camilo Baráibar, Luis Bravo, Aiara Camacho, Waldemar Camacho, Horacio Cavallo, Leonardo de León, Analía Di Leone, Sandra Escames, Luciana Ferrari, Ilén Juambeltz, Agustina Mucci, Marina Novello, Valentina Palomeque, Sebastián Pedrozo, Ivix Pereira, Rocío Ravera, Sofía Silvera, Oriana Toledo y Julieta Troiellino supieron elegir muy bien los textos que formarían parte de esta Cajita que se disfruta al tacto, al olfato, a la visión.
Desde aquí les deseo éxitos a Ocho Ojos, un proyecto arriesgado y hermoso, que apuesta por la poesía en sus más diversas variantes, esa que simboliza la belleza y el lirismo.