Por Eldys Baratute.
Desde siempre el álbum ilustrado ha mantenido un espacio en los libreros de niños y adultos. Un texto corto, en consonancia con ilustraciones a página completa, por lo general a todo color, permiten que el libro sea un objeto hermoso con un lugar privilegiado en el mercado editorial. Lamentablemente, en muchos casos, se pondera solamente una buena ilustración y el cuento o poema se siente demasiado edulcorado, didáctico a la fuerza, sin el vuelo, la metáfora, o el lirismo que necesita la buena literatura.
No es el álbum ilustrado un género solo para niños pequeños, tampoco el texto merece estar descuidado o tener menos presupuestos estéticos que la imagen. Y estoy seguro de que existen muchos que emocionan, comunican, humanizan y en donde la palabra y la ilustración se abrazan. Señor cuervo, un texto de Margarita Muñiz, con ilustraciones de Hogue, publicado por la Editorial Planeta en el 2022, es de esos que enamoran y te hacen soñar con el protagonista y su historia. No solo a mí, también al jurado que le otorgó el Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura en la categoría infantil y juvenil.
La primera línea muestra a una autora con dominio de lo que quiere contar. “Había una vez un cuervo que era un hombre”. Detrás de esa afirmación comienzan las preguntas del lector. La autora no dice “Había una vez un cuervo que parecía un hombre” sino “un cuervo que era un hombre”. Y el lector se inquieta. ¿Era un cuervo? ¿Era un hombre? ¿Era un hombre con cabeza de cuervo? ¿Un cuervo con cabeza de hombre? ¿Se pueden ser las dos cosas al mismo tiempo? Luego de la inquietud decide mantenerse alerta, para descubrir qué se esconde detrás de esa metáfora que abre la historia.
Detrás de esa primera línea la autora no se apura, prefiere describir, acompañar los pasos de ese cuervo por la ciudad y, en su andar, va mostrándonos los colores, los sonidos, el aire que acaricia sus plumas. No hay apuro, no se atropellan las acciones. Se sabe dueña de la palabra y disfruta de ella, a tal punto en el que por momentos, se descubre el ritmo y la musicalidad de la poesía.
El sol comenzaba a vestirse de crepúsculo. La ciudad se encendía por sus cuatro costados, apoyada en la bahía por dónde saldría la luna.
Se siente la historia tan cercana, tan íntima, que no sabe si es un narrador omnisciente quien la cuenta, o un personaje que, desde dentro, lo observa todo.
Se descubre en la trama un guiño a Edgar Allan Poe y su conocido poema El cuervo. Ambos personajes son víctimas de la soledad, la frustración, la inconformidad. Uno de ellos, el de Poe, termina loco, y el otro….
Este es un texto que se disfruta por lectores de todas las edades, para que cada uno, desde su experiencia de vida, tenga su propia lectura.
A las escenas escritas las acompañan las imágenes de Hogue( Horacio Guerriero). El uso de tonos oscuros en la mayoría de las páginas, muestran el mundo interior de un personaje inconforme con su propia existencia. La recreación de ambientes tormentosos, la imagen de Poe en uno de las páginas, la presencia de tres pliegos en blanco, negro y tono de grises con algún detalle a color, hablan de la intención del ilustrador de construir su propia historia. Esa que, sin dudas, apuntala las palabras de Margarita. No hay una traducción literal del texto, no hay imágenes demasiado chatas, gratuitas, con colores estridentes. Hogue capta el espíritu de Señor cuervo y a partir de ahí, vuela.
Me hubiese gustado escribir este libro, ilustrarlo, premiarlo. De alguna forma ser parte de él.
Felicito a ambos creadores por demostrar que un álbum puede ser también una obra de arte en donde una buena historia y una buena imagen se dan la mano.