Por Carlos Dopico.
En 2023 abrió sus puertas un nuevo sello discográfico cuyo catálogo busca albergar una extensa camada de nuevos artistas. Se trata de Aceituna Brava, una casa editora custodiada por el productor e investigador Guilherme de Alencar Pinto y el músico y compositor Fernando Ulivi. En su flamante y nutrido catálogo ya están disponibles títulos como: Aledaños, el EP de Fede Golpe; De las experiencias y el pop, de Felipe Badaró y Giuliana Delfino; La noche hacia atrás, debut solista de Seba Ulivi; Aquellos días, segundo disco de Fabián Laguna, o Calengo, segundo trabajo solista del artiguense Ernesto Díaz.
Este último es un álbum de espíritu fronterizo y bilingüe, cantado en español y portuñol, que fusiona elementos de la cultura local del norte con las sonoridades que identifican la cultura urbana de la capital del país.
“En portuñol, la palabra calengo quiere decir enclenque”, dice Ernesto Díaz para describir la música del disco. “Viene de una expresión referida al triángulo escaleno, aquel de lados desiguales, poetizada por el habla fronteriza. Así me veo yo. Es una forma de decir lo que Fredy Pérez citó con maestría cuando dijo: ‘Me gusta lo desparejo’”.
El álbum contiene once canciones que van de la cumbia a la charanga de su lugar de origen, pasando por la milonga, el candombe o el samba rock. Su música abreva impronta de Os Mutantes, Gilberto Gil, Caetano Veloso, o incluso Vitor Ramil, pero también, sin dudas, de emblemas locales como Eduardo Mateo, Rubén Olivera y Rubén Rada, por citar apenas un puñado de referencias. El álbum comienza con ‘Beijo no oscuro’, un tema festivo en el que es fácil evocar el baile, el brindis y el jolgorio. Guitarra, bajo y percusiones revisten el ambiente sonoro de un disco robusto y mestizo, enclenque pero en equilibrio, fronterizo pero bien de acá. Un álbum que va del agite al susurro, como ‘Abayomí’, esa especie de arrorró africano que trasmite la calma del barco negrego con su mántrico “serenó”.
Calengo, sucesor de Cualquier uno –su disco debut– cierra con ‘Sin bandera’, un manifiesto canción que subraya su clandestinidad estilística más allá de su origen natal: “Soy / de alguna frontera, / no llevo bandera, / destino de no tener voz. / Voy / buscando en la tierra / sonidos de guerra / que nadie ganó, menos yo”.
“La frontera es entera”, explica Díaz, y agrega: “De cada lugar que se la ve tiene más de un perfil. Es enclenque vista desde allá, y también desde acá. En términos pictóricos sería cubista, pero, en términos fronterizos, es calenga”. Destaca el trabajo instrumental de Antonio Ñato de la Peña en batería, Álvaro Salas en congas, Andrés Wels en bajo y, por supuesto, Ernesto Díaz, quien recorre guitarras, voz, ganzá, caxixi, güiro, djembé, agogó, ganzá y otro montón de percusiones.