Por Gabriela Gómez.
El 8 de diciembre, en el Centro de Exposiciones Subte de la Intendencia de Montevideo, se inauguró la muestra de Juan Burgos (1963) Carril colonial, que tiene como tema central las luchas interculturales y los choques violentos entre el conquistador y el oprimido. También aparecen contenidos que ya son recurrentes en la obra de Burgos: seres oscuros que conviven con superhéroes y figuras o elementos religiosos; paisajes cargados de naturaleza y de sexualidad en escenas barrocas, construidas todas con el método del collage. Son dieciséis los cuadros expuestos; muchos de ellos fueron realizados especialmente para esta muestra y otros en época de pandemia; muchos pertenecen a coleccionistas privados y fueron reunidos aquí para ser presentados por primera vez al público, por lo que representan diferentes momentos y elecciones estéticas.
La particularidad de esta muestra es que se extiende al espacio en el que se exponen los cuadros, por lo que no sólo nos da mucho gusto volver a encontrarnos con el trabajo exquisito de Burgos, sino que se ha realizado una especie de instalación, de modo que la propia sala fue alterada totalmente para transformarse en un espacio que juega con la puesta teatral, en la elección de colores y el agregado de objetos que son muy familiares al artista. Este trabajo estuvo a cargo del grupo curatorial integrado por Roberto Olalde, Niklaus Strobel y Martin Craciun, quienes planificaron junto al artista lo que finalmente sería la idea final y que completa la propuesta artística de los cuadros. Se trata de una especie de guiño a nuestras preferencias estéticas heredadas, con la reproducción realista de una sala de museo europea, que ha sido estilizada y acondicionada teniendo en cuenta sus características y a tono con la propuesta estética del artista.
Tu última exposición fue en 2018, en el EAC: Cita en Samarra. El tema de la muerte era el motivo central, además del azar y el destino. ¿Cuáles serían los temas que unifican esta nueva exposición?
En esta exposición hay muchos temas que se cruzan. Quizás el tema más recurrente sea el colonialismo: la colonialidad y la lucha por la supervivencia cultural frente al embate histórico del poder hegemónico, que está siempre vigente. Represento mundos interculturales, en lo que siempre hay violencia, colisión de culturas, conquistadores y gente que resiste. En muchas imágenes los conquistadores y los colonizadores son más fácilmente reconocibles, llevan cascos y armaduras, pero también aparecen como superhéroes con escudos religiosos, o son seres oscuros, o empresarios diabólicos, o animales peligrosos. Un par de trabajos se centran en el falso paraíso capitalista. Los “colonizados” son atraídos por símbolos de riqueza y de poder hacia un lugar pesadillesco. Pero también se plantean temas laterales, hay muchas escenas sexuales. Esas escenas representan a veces pactos oscuros, se conectan con formas de sometimiento y son bastante pornográficas. Pero en un conjunto de obras, que se llaman Triunfo de la vida sobre la muerte, el sexo representa la inocencia, la energía vital, el poder femenino y también el masculino como generadores de vida. Ahí también puede haber una conexión con la colonización. Una joven nativa desnuda está rodeada de guerreros, mientras su actitud es de libertad absoluta. Ese también es un tema recurrente en mis trabajos, el de lo natural avasallado por lo civilizatorio. También el de las fuerzas oscuras tratando de vencer a otras fuerzas antagónicas.
¿Qué podés decirnos del nombre, Carril colonial?
Los carriles ordenan el tránsito, representan los límites por los que hay que circular. En el caso de esta exposición, quise poner en valor esa idea de poder dominante, desde lo territorial, desde lo económico, desde lo político y hasta la dominación de los cuerpos y de las ideas. La propia escenografía en la que están expuestas las obras trata de reproducir un palacio con los códigos estéticos heredados de Europa, una idea plantada en nuestro subconsciente como lo hermoso, como una forma superior de arquitectura.
¿Todos los cuadros fueron realizados para esta exposición o algunos son de otro período?
Estos trabajos abarcan un período de cinco años. Los primeros fueron hechos en 2020, durante la pandemia y no tenían por objetivo formar parte de una exposición. Después se fueron sumando otros, de otros períodos. Por eso están ordenados en conjuntos, porque representan distintos momentos y a veces la investigación estética es diferente. Hay varias obras que sí fueron creadas especialmente para esta exposición, como los polípticos Distorsiones y Triunfo de la vida...
¿Qué otros elementos, además de los cuadros, va a haber en la muestra?
También decidí agregar una biblioteca, que contiene el banco de imágenes que me sirve de alimento creativo, y otros objetos que forman parte de mi universo cotidiano y que representan mis intereses estéticos o con los que tengo una relación de afecto. Es como una especie de “gabinete de curiosidades” con elementos de mi mundo y de mi taller.
¿Qué significa para vos esta exposición?
Significa poder mostrar trabajos que vengo haciendo desde 2020, muchos de los cuales ya no me pertenecen, estaban dispersados en colecciones privadas y no había tenido la oportunidad de mostrarlas al público. Lo más importante es que nunca había podido mostrar mis cuadros en un entorno tan cuidado, como siempre había soñado. Por suerte, a los sesenta años, pude dar este paso de generar un espacio que trasciende la exposición de cuadros para transformarse en otra cosa, en una propuesta mucho más elaborada. Estoy muy agradecido con el Subte por haber aceptado este proyecto y por el trabajo tan profesional y apasionado de Maru Vidal, de Martín Craciun y de todos los técnicos que forman parte de su equipo. Me siento muy halagado y satisfecho de exponer en este lugar. Tengo que agregar que esta exposición no hubiera sido posible sin Niklaus Strobel, que pudo dar forma concreta a todas las ideas planteadas.
Obra que se extiende al espacio del museo
Respecto al proyecto museístico, Roberto Olalde explica cómo se gestó el proyecto que llevó a que la propuesta se extendiera e invadiera toda la sala del museo: “En el comienzo, con Juan queríamos reproducir un ‘gabinete de curiosidades’, un espacio abigarrado, barroco, con cuadros y con objetos de todo tipo, un poco siniestros, que dieran la idea de exceso, de rareza, de misterio. Queríamos crear una sala con aires de museo antiguo. Pero para lograrlo teníamos por delante un trabajo de producción y unos costos que nos superaban. De todos modos empezamos a investigar referencias de museos y la que más nos gustó fue una sala del Museo de Arte de Filadelfia. Reproducir esa sala también era un desafío que nos parecía imposible. Pero cuando nos encontramos con Niklaus Strobel, diseñador gráfico, artista y montajista suizo radicado en Uruguay, se entusiasmó inmediatamente con el proyecto y empezó a trabajar la idea para poder bajarla a tierra, para hacerla viable. Coincidimos desde el primer momento en generar un statement opuesto al cubo blanco y al minimalismo. Queríamos expresar exceso, color, ostentación, una obra maximalista. Niklaus propuso una abstracción, una estilización del espacio de referencia, como un decorado teatral y a partir de ahí, en un brainstorming permanente, la idea fue tomando forma hasta llegar a un proyecto museográfico realista y muy cuidado en todos sus detalles. Los aportes de Martín Craciun durante la ejecución del proyecto fueron también muy importantes”.
Carril colonial. Centro de Exposiciones Subte. Plaza Juan Pedro Fabini.