Treinta años de música.
Por Carlos Dopico.
El músico y compositor uruguayo Jorge Drexler, radicado hace veintisiete años en Madrid ‒apenas cuatro años menos de los que tenía cuando decidió seguir el aliento de Joaquín Sabina‒, estrenó su decimocuarto álbum de estudio: Tinta y tiempo. El título confirma su persistente paciencia, su axiomática determinación y su minuciosa capacidad en el oficio. Una vez más, la canción no es ajena a la observación del comportamiento humano y vaya si el bienio pandémico fue caldo suficiente para eso. Cada álbum en su carrera ha sido testigo de esto, quizá más aún sus recientes Bailar en la cueva (2014) y Salvavidas de hielo (2017). Pero esta vez, la maduración fue clave para componer y observar, para digerir y elaborar, para dejar correr las horas sin derrochar tinta y tiempo.
Una vez más, este fino artesano de la composición musical que exportamos sin importar el trecho vuelve a asumir el riesgo. Aquí hay de todo, no solo su mezcla infinita de las músicas del Río de la Plata o la enorme cantera musical que mamó de Brasil, sino otras influencias y estructuras polirrítmicas que entran en juego. Las modulaciones van desde una pieza con instrumentación sinfónica, como ‘Plan maestro’, en la que intenta encontrar respuestas sobre el origen de la vida y para la que invita a Ruben Blades; o ‘Bendito desconcierto’, un tema pop con arreglos orquestales en los que se sorprende por el pulso vital y para el que invita a Martín Buscaglia; a otras más simples compositivamente, pero no menos efectivas como ‘Corazón impar’, u otras menos previsibles como ‘Tocarte’, en la que alterna el micrófono con el trapero español C. Tangana, y ‘¡Oh, algoritmo!’, para la que invita a la israelí Noga Erez. Los convites no son un recurso nuevo, en anteriores trabajos colaboró con artistas tan variados como: Shakira, Caetano Veloso, Mon Laferte, Carlinhos Brown y Julieta Venegas.
La búsqueda conceptual parecería rondar cíclicamente en torno al amor: a la vida, al arte, al amor de pareja, al amor familiar. En Tinta y tiempo, Drexler dedica un tema a sus hijos, ‘El día que estrenaste el mundo’, y también a su madre, ‘Duermevela’, que interpreta cálidamente junto a ellos.
Como en trabajos anteriores, Drexler vuelve a jugar con los versos, las estructuras, las rimas, las pausas, la polirritmia, los intervalos; yendo del pop a la rumba, del funky al trap, de la bossa al soul pasando por los aires melancólicos del tango.
Tinta y tiempo es un álbum ecléctico de diez canciones que originalmente su autor, tal como hizo en ‘Bailar en la cueva’ (Colombia) o ‘Salvavidas de hielo’ (México), proyectaba grabar en algún nuevo destino. Sin embargo, el confinamiento le impuso quedarse en casa y trabajar puertas adentro.
Este año, el cancionista uruguayo –tal como prefiere identificarse‒ celebra además tres décadas de su debut compositivo, cuando en 1992 lanzó La luz que sabe robar.
Drexler, ya de gira internacional, llegará a Montevideo luego del recorrido por Francia y España y se presentará el 15 de setiembre en el Antel Arena.