Viaje que comienza, viaje que termina.
Por Bernardo Borkenztain.
“Adiós muchachos, compañeros de mi vida,
barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mí hoy emprender la retirada,
debo alejarme de mi buena muchachada”.
César Felipe Vedani
¿Hay algo?
Esta propuesta de Jonathan Parada en un espacio alternativo como La Madriguera, es una toma de riesgo importante. Junto con un elenco joven, lleva adelante la difícil tarea que de una experiencia teatral inmersiva más que, stricto sensu, una obra de teatro.
En efecto, la propuesta no comienza al llegar, sino que empieza en el mismo momento en que se envía el correo electrónico para reservar localidades, ya que el pacto ficcional se le propone al público desde esa misma instancia.
El espacio es bastante grande y se lo habita entero, baños incluidos, aunque la parte principal del espectáculo transcurre en una sala (con muy pocas localidades) en la que el espectador se dispone a presenciar el final de una época. Un programa de radio, Ficciones al aire, realizado por un grupo de amigos durante muchos años llega a su fin, y este fin de una época es lo que se invita a presenciar, con todo lo que tienen de removedoras las clausuras.
Hay
Obviamente, no se conocen los códigos, pero además el elenco juega a mezclar la realidad y la ficción, o la ficción en varios niveles recursivos, a la manera de las muñecas rusas, de forma tal que el espectador es engañado en alguna oportunidad de una manera muy ingeniosa, pero que no revelaremos para no arruinar el disfrute de la puesta.
El dispositivo escénico en sí mismo es complejo, ya que en un espacio bastante acotado se utilizan muchos recursos, al fondo y de manera obscena (esto es oculto, fuera de la escena) hay músicos que interpretan música en vivo, amén de que se canta y que, en el espacio que es el estudio radial, se desarrolla parte de este programa a cuya presentación final se ha convocado. A eso se le debe agregar que se manejan efectos de luces a nivel de piso, proyecciones de sombras, pantallas, y que los espectadores deben utilizar auriculares, ya que así pueden oír el programa de radio.
Definitivamente, hay algo
Un aspecto que siempre resaltamos como muy valioso al analizar una obra es la toma de riesgo, el respeto y la confianza por el público y su capacidad de entender y apreciar lo que ocurre en escena, y aquí Parada toma un nivel significativo, porque no solamente es un espacio que debe ser adaptado, sino que la propuesta no tradicional (en especial el estilo de narración, que es fragmentado) implica que el espectador va a tener un trabajo significativo (pero placentero) para armar la historia dentro de su cabeza.
No se trata de contar una historia (que igualmente la hay), insistimos, es una experiencia en la que se transmiten emociones de estos personajes que están dejando de ser un colectivo para retomar sus individualidades y caminos aparte, todo expuesto por el espejo invertido que es el teatro, ya que el grupo de actores sí está vigente y dándole corporalidad al espectáculo, pero se juega mucho a borrar esta frontera y eso termina siendo uno de los códigos que el espectador incorpora.
En suma, un planteo original, interesante, con algunas desprolijidades en el texto, menores pero que es honesto mencionar, aunque, de todas maneras, no perjudican lo que en definitiva es el reino de los sentidos: se termina un viaje y otro está por comenzar.
Texto y dirección: Jonathan Parada.
Asistente de dirección: Sofía Corso.
Elenco: Mateo Altez, Micaela Larrocca, Agustín Martínez Cuello, Abril Pereira Beasley, Virginia Rodríguez Olveyra.
Música: Santiago Bouza, COOC.
Diseño integral: Belén Perini, Sofía Ponce de León.
Diseño sonoro: Florencia Hernández.
Producción: Vanessa Cánepa.
Espacio Cultural La Madriguera. Reservas: hayalgoreservas@gmail.com