Por Inés Olmedo.
Dos muestras, la primera en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV), la segunda en el Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI), conjuran el arte y la vida de Thomas Lowy (1947-2020), y ambas funcionan como un necesario doble abordaje para los que lo conocimos y para los que tienen la oportunidad de conocerlo ahora. A casi dos años de que un accidente nos dejara sin su presencia inquieta, su humor y su inagotable generosidad, descubrimos cronológicamente primero al artista, en el MNAV, en un conjunto de obras recientes, reunidas bajo el título Respuestas provisorias, con la curaduría de Analía Sandleris.
La pintura fue para Lowy un hacer íntimo, silencioso y por fuera del sistema institucional del arte uruguayo. Algo de esa cualidad surge del encuentro con estas obras, que más allá de la técnica son pura pintura, y de la buena. Esta es su segunda exposición individual, porque el artista esperó hasta 2018 para mostrar su obra en el Blanes. En esta selección conviven el legado de su formación en Bellas Artes con una porfiada exploración de lo plástico. Sus gestos apasionados sobre la superficie, la presencia de recortes y la estilización de las figuras generan en cada obra un mundo donde conviven el nervio y la ternura, el goce vital y la mirada comprometida con lo social. Hay formas de inevitable belleza que surgen en medio del caos, preñando de esperanza a la unidad de la obra. Y hay un hacer que no se conforma con las soluciones fáciles, sino que tensiona las respuestas y las vuelve “provisorias”, no por una falsa modestia, sino porque son el resultado de una feroz lucha interna contra lo eficiente y lo ya transitado.
Esto nos lleva a Thomas Lowy: un espíritu libre, la muestra del Mapi, que nos acerca a ese otro, el hombre que sí tuvo una trayectoria variada pero conocida, llena de gestos generosos y de apasionada entrega a la función pública, pero también una rica vida familiar y profesional. A través de testimonios y documentos, es posible acercarse a las diferentes facetas de su devenir y protagonismo en etapas cruciales de nuestra historia reciente. De alguna manera su espíritu naturalmente inquieto lo llevó a gestos pioneros que hoy florecen en políticas culturales instaladas, en instituciones o emprendimientos que se favorecieron de su impulso y de su entrega. Sin duda que todos estos territorios por los que anduvo lo alejaron de la práctica personal del arte, hasta que, devenido en “olivero”, pudo reinventarse e integrarse, dejando, como era su vocación, semillas de futuro por donde pasara.
MNAV. Sala 1. Respuestas provisorias. Hasta el 5 de junio.
MAPI, desde el 10 de mayo.