Por Gabriela Gómez.
Rosario Lázaro Igoa (Salto, 1981), una de las nuevas narradoras uruguayas que se destacan por mostrar un estilo narrativo propio, publicó en 2021 su último libro de cuentos: Cráteres artificiales. En 2006 había presentado la novela Mayito y en 2016 la colección de cuentos Peces mudos. Lázaro Igoa es traductora literaria y periodista y ha traducido del portugués la antología Crónicas de melancolía eufórica, de Mário de Andrade, en 2016 y en 2020 tradujo Dinosaurios en otros planetas, de Danielle McLaughlin, entre otros trabajos.
En los cuentos de Cráteres artificiales nos encontramos con una técnica narrativa donde las palabras bailan y se colocan en el lugar exacto, en frases cortas y contundentes. Quizás este sea el resultado del trabajo de Lázaro Igoa como traductora, de la familiaridad con el sentido del texto y de las palabras, tarea que realiza en paralelo a su labor de escritora de ficción y que le permite tratar el texto con una minuciosidad y un método muy preciso.
Esta forma de escribir hace que el lector se detenga en las palabras para darle sentido a una escritura que está en carne viva, donde la intromisión de la narradora es directa y se cuela en el ama de los personajes hasta que finalmente es muy difícil separarse de las atmósferas y situaciones creadas.
Asimismo, recuerda las estrategias narrativas del también salteño Horacio Quiroga, en cuanto al golpe de efecto de las oraciones que con pocas palabras logran dar en la tecla con el sonido, logrando un resultado que se proyecta en los olores, las formas y los espacios que describe.
En relatos como el excelente ‘Un muerto más’, asombra el detalle en la descripción de los sentires de los personajes junto con la omnipresencia de la naturaleza. En este cuento, las dunas de la playa colaboran y dan el sentido de soledad y de inmensidad que se lleva consigo el cuerpo de un hombre en una narración con ribetes fantásticos. Del mismo modo interviene el entorno natural como una continuidad de los personajes –otro lugar que la acerca a Quiroga‒ en el cuento ‘Mar blanco’, en el que el suspenso se suma a la introspección y en el ejercicio de bucear en personajes infinitos.
Esta sorprendente intimidad que logra en la forma de describir los objetos, las personas y sus almas, nos invita a viajes por situaciones en las que los buenos y los malos cambian de lugar continuamente para insistir en la psicología de los personajes en elipsis intensas y de gran profundidad dramática.
El libro está ordenado en dos partes, cada una de cinco cuentos, que hacen la delicia al lector, fundiéndolo en un ritmo que se atrapa en los primeros cuentos y que luego es difícil abandonar.
Cráteres artificiales. Rosario Lázaro Igoa, 2021. Criatura Editora, 157 págs.