Por Carlos Diviesti.
La tragedia de un hombre ridículo.
Antonio Ligabue (Zúrich, Suiza, 1899 – Gualtieri, Italia, 1965) fue uno de los principales exponentes del arte naif durante el siglo XX. Sus obras, de formas simples y colores rabiosamente vívidos, lo llevaron a tener renombre y aclamación en los círculos artísticos italianos, donde se lo situó en el nivel de la genialidad.
Pero Ligabue era un hombre con evidentes problemas mentales, fruto de cuestiones orgánicas o de traumas derivados del abandono de su madre o del maltrato físico de sus padres adoptivos.
Debido a esta condición, Ligabue podía ser visto como un excéntrico o un violento y, de acuerdo con la línea elegida, el genio de Ligabue en Volevo nascondermi (Quería esconderme, de acuerdo con su traducción literal), la película de Giorgio Diritti, podría deberse más a la necesidad de lavar las culpas sociales por el destrato a los enfermos mentales que al talento en estado bruto de este artista.
Sin embargo, ese planteo queda perdido alrededor de una narración voluntariamente fragmentada, con intenciones caleidoscópicas, donde la vida y el tiempo de Ligabue parecieran no avanzar a ninguna parte, y la gloria atormentada del artista fuera apenas una anécdota en medio del relato sobre la conducta morbosa de una criatura animalizada.
Esta conducta (poéticamente reflejada en el cortometraje Nebbia (Niebla), de Raffaele Andreassi, filmado en 1960 con el propio Ligabue como protagonista), más allá de la pericia de Diritti para crear imágenes bellas que se imbrican con el trabajo del artista, se exacerba por el esforzado trabajo de Elio Germano como Antonio Ligabue, uno de esos trabajos que causan asombro cuando se los ve por la cantidad de recursos físicos y gestuales de los que dispone el intérprete (que también cuenta en su haber con la Palma de Oro al mejor actor en el Festival de Cannes 2010 por su trabajo para la película La nostra vita, de Daniele Luchetti), pero que más allá del chisporroteo pirotécnico no avanza hacia ninguna parte y prefiere regodearse en la miseria de una vida atormentada.