Cartas que queman.
Por Nelson Díaz.
“El arte solo es inteligente si te sacude las entrañas, de lo contrario es pura cursilería”. La cita pertenece a una carta que Bukowski le escribió a finales de enero de 1961 a Jon Webb, quien fue el que lo animó años antes a publicar algunos poemas en la revista de literatura The Outsider. Esta frase (o sentencia) es una de las tantas que aparecen en La enfermedad de escribir, publicado por Anagrama, que recoge una selección de cartas de Bukowski escritas entre 1945 y 1993, unos meses antes de su muerte.
En muchas de las misivas, enviadas a amigos, editores –como a John Martin, fundador de la editorial Black Sparrow Press y compinche de Bukowski– y colegas, aparecen dibujos e ilustraciones y, sobre todo, lo que pensaba el autor de Factotum de algunos escritores y cómo concebía su escritura y la literatura. Al igual que en sus ficciones, Bukowski escribe con las vísceras, sin concesiones y con opiniones contundentes. No ahorra halagos, a su maestro John Fante por ejemplo, ni diatribas contra autores que considera mediocres.
Con fecha 2 de diciembre de 1979, escribió a Fante: “Me gustó oír el final de tu novela por teléfono; como siempre, material de primera. Me levantó la moral saber que sigues escribiendo igual de bien que siempre. Fuiste mi principal fuente de energía y después de tantos años vuelves a serlo”. Entre sus preferidos también aparecen Henry Miller (hay varias cartas dirigidas a él), Céline y Dostoievski. En una carta del 2 de abril de 1959, destinada al escritor Anthony Linick, afirma que Hemingway, Gertude Stein y Sherwood Anderson “fueron de los pocos que cambiaron las normas, sobre todo en temas de puntuación y fluidez narrativa. Por supuesto, James Joyce fue más allá”. Muestra, además, su entusiasmo por Tennessee Williams, Jean Genet, Burroughs, Kafka, Gorki, Sinclair y Ezra Pound, entre otros.
En la vereda de enfrente también hay unos cuantos. Faulkner es uno de ellos. “Gran parte de la obra de Faulkner es pura mierda, pero una mierda inteligente. Respiré con más libertad cuando Faulkner murió, no porque hubiese más espacio, sino porque nos marearía menos”.
La enfermedad de escribir permite adentrarse en el escritor de raza que fue Bukowski. Escribió y vivió sin concesiones, por fuera del status quo, dejando en claro por qué sigue siendo una de los malditos de las letras estadounidense y símbolo del realismo sucio.
La enfermedad de escribir. Charles Bukowski. Editorial Anagrama, 2020, 231 págs. Distribuye Gussi.