Papeles de Juan Morgan. Narrativa y otras prosas. Se trata de dos tomos que reúnen la obra de Julio Inverso. El poeta maldito que sacudió la modorra montevideana y nos sigue interpelando.
Montevideo, 1985. La salida de la dictadura propició una movida contracultural, que se venía gestando en los últimos estertores del gobierno de facto, de jóvenes inconformistas con un sistema que nada tenía para ofrecerles. Una generación que no se sentía identificada con los cánones literarios de la Generación del ’45, con el canto popular, ni con los eslóganes políticos de entonces. Eran jóvenes que habían tomado por asalto el “hazlo tú mismo” pregonado por los Clash y el desalentador “no future” de los Pistols. Emergían entonces grupos como Los Traidores y Los Estómagos. En ese Montevideo con tintes estéticos londinenses otro grupo de jóvenes salía a desafiar la prohibición de “grafitear” los muros, con una propuesta que mezclaba el punk y la poética bukowskiana. Poco a poco, una inscripción se hizo marca registrada entre los transeúntes. Se trataba de la Brigada Tristán Tzará (homenaje sin artilugios al poeta dadaísta, cuyo verdadero nombre era Samuel Rosenstock) fundada por los poetas Rodolfo Tizzi y Julio Inverso. Los graffitis hablaban de espíritu libertario e iconoclasta, tirando dardos contra algunos popes de la cultura vernácula. “Manolo siniestro stalinista basta de Wajda queremos Andy Warhol”, escribieron entonces en la fachada de Sala Cinemateca.
En ese contexto, Inverso -que en la década del 90 fundó junto a otros poetas y agitadores culturales la Torre Maladetta- había abandonado la carrera de Medicina para comenzar una carrera literaria con una estela de influencias que remitían a los malditos (Villon, Rimbaud Baudelaire, el Conde de Lautrémont, la lisérgica de William Burroughs, el ritmo beatnik y sincopado de Ginsberg y Ferlinghetti, y el golpe directo de Bukowski. Con esas lecturas, Julio creó un universo poético propio, nihilista, oscuro y maldito, luminoso en sus lúcidas visiones nocturnas. En vida, publicó cuatro libros que se encuentran entre los mejor de la poesía uruguaya de la segunda mitad del siglo XX: Falsas criaturas (1992), Agua salvaje (1995), Milibares de la tormenta (1996), y Más lecciones para caminar por Londres (1999) y dejó una buena cantidad de manuscritos repartidos entre sus amigos. Parte del material póstumo, así como el primero y último de sus libros publicados en vida, fueron recogidos por su editor Daymán Cabrera, responsable de Vintén Editor, aunque, nobleza obliga, la pobre distribución de los ejemplares, dejó circunscrita su obra a un puñado de fieles seguidores de Inverso.
Ahora, y luego de varios años de investigación, recopilación de información, análisis y cotejo de manuscritos, en un trabajo monumental del poeta, ensayista y docente Luis Bravo, editorial Estuario publica dos volúmenes definitivos de su obra: Papeles de Juan Morgan. Narrativa y otras prosas y Las islas invitadas. Poesía completa.
El primero de ellos, está estructurado en dos grandes secciones -”Narrativa” y “Otras prosas”, donde aparece Juan Morgan, uno de los personajes presentes a lo largo de su obra, y contiene, además del prefacio de Bravo (“Un diamante entre la niebla”), facsímiles de entrevistas y de manuscritos, fotografías y un anexo con los libros publicados en vida y en forma póstuma y una bibliografía crítica de su obra.
El segundo volumen no le va en saga. Y como en el primer volumen se incluye material gráfico y el prefacio de Bravo “Las islas invitadas: en el agua de las visiones”, que funciona, y muy bien, como ensayo, ya no sobre Julio, sino sobre toda una generación de jóvenes poetas, que hoy pasan los cuarenta. .
El material de los dos volúmenes, es de orden agradecer a su madre Myriam Cueto, su padre Julio, y sus amigos la generosidad de compartirlos, debería ser de lectura obligatoria entre poetas, amantes de y también de estudio en Secundaria. Leer a Inverso es adentrarse en el ars poética de uno de los grandes creadores de este país. Es conocer parte de la historia reciente -política, poética y estética- de finales del siglo XX de Uruguay para entender una generación que se fraguó entre el silencio impuesto y el grito libertario.
Acaso, esta frase de Bravo resuma la importancia de Inverso: “Tras su elegida muerte, se lo invoca como a un ángel oscuro cuyos huesos resplandecientes arrojan una luz distinta para siempre”, afirma Bravo. El escritor Alfredo Fressia tampoco vaciló al afirmar que Inverso fue un “brillante meteoro que atravesó e iluminó con su luz rara a la literatura uruguaya”.
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