El tiempo está después
Yo no soy yo.
Juan Ramón Jiménez
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces, olvido…
De vez en cuando la escena permite ver una propuesta que conjuga todo lo que está bien en el teatro. Devenir Felisberto es una grata instancia de este tipo. Con economía de recursos pero valiéndose de un bellísimo criterio estético, Caperchione presenta un palimpsesto que, en la piel de Agustín Urrutia, muestra parte de la obra de uno de los más grandes escritores del país, Felisberto Hernández.
Quizá lo primero sería reflexionar acerca del concepto de palimpsesto, ya que es uno de los aspectos más profundos de lo que nos entrega el director/dramaturgo. Según Gérard Genette (Palimpsestos: la literatura en segundo grado), hablamos de transtextualidad cuando nos referimos a todo lo que pone a unos textos en referencia con otros, y en particular tenemos el caso de la hipertextualidad, cuando hay copresencia de dos textos, pero uno es anterior y parte del otro. Por eso se utiliza la metáfora de los viejos pergaminos que se raspaban para escribir un nuevo contenido, pero el anterior permanecía, fantasmal, en su superficie. Así, el texto nuevo se llama hipertexto; en este caso sería el de la obra, que transcurre, corre como los tranvías que antes circulaban por la calle Suárez, sobre los trazos y personajes de los cuentos de Felisberto, en especial de Por los tiempos de Clemente Colling, cuyos personajes toma prestados y resignifica. Urrutia encarna sucesivamente a varios personajes: el propio Felisberto, ClementeColling, “las longevas”, y otros que van entretejiendo la historia del profesor de piano ciego.
Un gran acierto de la puesta es la presencia de Agustín Texeira al piano, que brinda una ambientación en vivo que dialoga permanentemente con la actuación de Urrutia, de forma tal que se superponen los niveles de interacción de textos, pero en una maravillosa e intrincada complejidad, de un modo que funciona fluyendo sin asperezas. Y no es una tarea fácil la de interactuar con Urrutia, un joven actor con un talento enorme al que ya hemos visto en No daré hijos, daré versos, de Marianella Morena, y en Mad, el nuevo orden mundial, de Jonathan Parada. Urrutia canta, interpreta y se desdobla en todos los personajes que lo habitan, con un talento poco frecuente, con un momento altísimo de su trabajo cuando representa las peleas entre Clemente Colling y la tía.
Si hay algo que solemos apreciar en un hecho artístico es la toma de riesgo y la complejidad. Lo primero, porque el hecho implica necesariamente una dosis de valentía que aplaudimos; si bien una obra que se basa en un músico que es un intérprete excelente, con un joven actor genial y un hipotexto que es nada menos que la obra de uno de los más grandes escritores del país no parece ser muy arriesgado, debemos resaltar que no tiene poco mérito atreverse a intervenir justamente una obra tan consagrada.
En cuanto a la complejidad, ya destacamos que es uno de los aspectos más que disfrutables, con la presencia de una pluralidad de niveles superpuestos, algunos del tipo del palimpsesto ya explicado, como los textos de Felisberto y de Caperchione, pero también de la dramaturgia verbal y la musical, o el que –pacto ficcional mediante– aceptemos las rápidas transiciones de personaje que hace Urrutia en diferentes momentos, que permiten sentir en la sucesión una interacción natural entre diferentes personajes.
No queda más que recomendar esta obra a todo amante del teatro, pero, si desea una experiencia más completa, quizá valga la pena revisitar previamente Por los tiempos de Clemente Colling.
FICHA TÉCNICA
Actor: Agustín Urrutia. Pianista: Agustín Texeira. Escenografía: Guillermo Ifrán. Iluminación: Martín Rodríguez. Vestuario: Mauricio Pera. Música: Santiago Caetano Grau, Agustín Texeira. Entrenamiento vocal: Camila Carbajal. Diseño gráfico: Ajó Lastreto. Dramaturgia: Domenico Caperchione y Agustín Urrutia. Fotografía: Gonzalo Nogueira. Realización audiovisual: Andrés Plat. Producción: Victoria Drandich. Asistencia de dirección: Sofía Corso. Dirección: Domenico Caperchione. Sala: CCE.