La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser
Jorge Denevi nos trae una nueva puesta en escena del dramaturgo inglés Alan Ayckbourn, en la que denuncia, mediante el humor ácido, la degradación de la sociedad y, en particular, lo relativo al arribismo y el oportunismo social. Una vez más, los wannabes, aquellos que pretenden ser algo sin llegar a serlo, toman el protagonismo en esta denuncia que se filtra en los intersticios de lo cómico para dejar su residuo corrosivo.
Denevi dirige nuevamente la Comedia Nacional, y eso no solamente pone a su disposición un elenco superlativo, sino que permite despliegues técnicos poco frecuentes, como un dispositivo escénico modular en tres composiciones, de una escala realmente muy grande, que recrea los distintos hogares de las parejas de personajes en escenas que transcurren en diversas navidades. El dispositivo remarca las diferencias de clase social; como en el primer acto, el obsesivo y poco estético arreglo celeste y amarillo del departamento de la pareja joven y ambiciosa Hopcroft (Núñez y Neukirch), que va desde las paredes hasta el color de los detergentes, pasando por los repasadores. En el segundo acto nos encontramos en el ambiente decadente de la pareja de mediana edad Jackson (Dianesi y Blanco), con su atmósfera de clase media claramente instalada. Al final, la escena del tercer acto se ubica en el enorme y venido a menos hogar de los Brewster-Wright (Saraví y Davidovics) para el desenlace de la obra.
El texto se desarrolla en varios niveles. Si bien el primero, explícito, es una comedia de enredos, por detrás, a nivel subtextual, transcurre una trama de crítica social característica de Ayckbourn. La obra es muy vieja, y la única manera en que se puede sostener para un público actual es con el excelente manejo de los tiempos y del ritmo que le imponen actores y director. Sin eso, sería un espectáculo algo pesado y moroso. En este punto es imprescindible destacar que las actuaciones son descollantes. Si bien actores como Saraví, Núñez y Davidovics son ampliamente conocidos por su vis cómica, el resto del elenco logra un efecto humorístico parejo. Aunque sólo fuera por estas actuaciones, valdría la pena ver la obra, pero hay más, siempre hay más.
En suma, estamos ante una pieza muy efectiva en su doble intención de generar crítica mediante un humor aparentemente lato, que además presenta una espectacularidad en lo formal que solamente la Comedia Nacional se puede permitir.
Vale la pena, sin dudas.
Dramaturgia: Alan Ayckbourn.
Dirección: Jorge Denevi.
Elenco: Stefanie Neukirch, Leandro Ibero Núñez, Juan Antonio Saraví, Andrea Davidovics, Roxana Blanco, Fernando Dianesi.
Escenografía: Laura Leifert y Sebastián Marrero.
Iluminación: Eduardo Guerrero.
Vestuario: Nelson Mancebo.
Peluquería: Heber Vera.
Música: Alfredo Leirós.
Traspuntes: Cristina Techera.
Encargado de montaje: Gerardo Egea.
Encargada de vestuario: Mariela Villasante.
Encargada de utilería: Claudia Tancredi.