La sede en Punta del Este del museo Ralli –con exhibiciones de alta calidad de carácter internacional– presenta tres muestras plásticas con esculturas, además de la ya clásica colección permanente.
En la sala 3 se encuentra la obra de Adélio Sarro, artista brasileño nacido en las afueras de San Pablo en 1950. A pesar de su precaria situación económica, el artista, que pasó por varios oficios, entre ellos el de carpintero y el de cortador de mármol, desde niño nunca dejó de dibujar. La visita al taller de Cándido Portinari en 1972 lo decidió a pintar. Actualmente es un artista reconocido tanto en Brasil como en Europa, donde importantes galerías y colecciones cuentan con obra de su autoría. Su profundo arraigo a la tierra y al trabajo, su respeto por el trabajador manual y por la gente de su tierra lo llevan a profundizar en estos temas que convierte en piezas artísticas. Se hace presente la influencia de Portinari como uno de los grandes maestros de Brasil. No obstante, Sarro ha sabido procesar esta influencia con la incorporación de su propio pensamiento visual y, sobre todo, con su altamente particular planteo de color. Laforma plástica que el artista desarrolla con base en un trabajo de color que incluye veladuras y transparencias, a la vez que utiliza los planos con una especial inclinación que decide zonas de luz y zonas de sombra, es verdaderamente inédita.
En este sentido, Sarro se ha convertido en un maestro de la pintura porque su toque es genuino. La perfecta conjunción entre la forma y el color, entre el dibujo y el contenido temático, hace que las obras de este pintor se encuentren entre las logradas formas expresivas, donde la unidad prevalece y sin embargo todos los detalles son perfectamente percibidos. Un acto de pura visualidad se completa. El artista presenta además dos esculturas a escala real, realizadas en fibra de vidrio y resina, fuertemente coloreada en tonos de rojo y de amarillo. Las esculturas resumen las ideas formales de los personajes de sus pinturas, que corresponden socialmente a trabajadores rurales, madres con hijos y conjuntos con animales, en un marco descriptivo de la vida común y corriente de estos personajes. La idea de la delgadez presentada por formas que recuerdan costillas, las rótulas prominentes y la constitución más bien magra de los desnudos de las esculturas, además de las manos y pies prominentes, son signos de una cualidad que el artista relata y que no refiere específicamente a una crítica social –aun cuando deja abiertas las especulaciones en este sentido– en tanto el drama típico de la crítica social está sustituido por cierta paz y, en todo caso, por una esperanzada resignación que el artista plantea de forma poética, con sutileza, agregando a sus figuras la presencia de pájaros, frutas o elementos musicales. El mudo diálogo de sus personajes no contiene elementos de violencia. Una escultura corresponde a un conjunto de padre, madre e hijo, y denota la inteligente fusión de planos llegando a la síntesis abstracta de altos ribetes expresivos en una lograda forma en el espacio. En este sentido el artista también ha llegado a la maestría en el volumen.
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