Si arrastré por este mundo
Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Francisco de Quevedo
Al referirnos a Steven Berkoff (1937) es importante destacar que nos encontramos ante un consumado teatrista, es decir, alguien que aúna roles múltiples (dramaturgo, director, actor, gestor, etcétera), ya que es uno de sus principales rasgos, al punto de ser un ejemplar paradigmático de esta especie multifacética. En el estreno mundial de esta pieza, en 1981, en el programa de mano figuraba como director, autor y actor (en los personajes de Steve y Les).
Dueño de un humor feroz, sus textos presentan críticas políticas en el sentido más profundo de la palabra: lejos de identificarse con partidos o líneas, denuncia todo lo que está podrido o apesta en la sociedad (en el caso de Greek, 1980, la peste es literal, ya que se basa en una reescritura del mito de Edipo). Denuncia las fallas en lo que atañe a la “polis”.
En Decadencia, pone en escena una de las tensiones arquetípicas de la sociedad londinense, la que hay entre la gente de abolengo –preferentemente noble, pero alcanza con que sea una vieja tradición de fortuna– y los “nuevos ricos”, esos advenedizos que por el poder de su dinero buscan (y logran) mezclarse con los anteriores en los casos en que los viejos apellidos no pueden mantener el lustre por su decadencia económica.
En esos casos ocurre el conflicto que Berkoff denuncia: la autopercepción de superioridad de los venidos a menos les impide tratar a quienes los mantienen con sus recientes fortunas como iguales, lo que se traduce en desprecio; los otros, por su parte, al no acceder de pleno derecho a la posición social ansiada, generan un profundo resentimiento. De más está decir que la combinación de condescendencia y rencor es una mezcla explosiva que, en manos de Berkoff, se traduce en una pieza de humor negro y descarnado.
Así, Helen y Steve son uno de estos señores venidos a menos y su amante de oficio, conocedores de la buena vida por derecho de nacimiento y dueños del savoir faire, en tanto que Les y Sybil son la otra cara de la moneda: él es un detective burgués y ordinario y ella (esposa de Steve) una arribista de manual. Como dos caras de la misma moneda, son opuestos pero a la vez reverso y anverso de la misma sociedad, la Inglaterra de 1981, que vivía y sobrevivía bajo la égida de Margaret Thatcher.
De esta manera, en catorce escenas y con la impecable traducción en verso de Rafael Spregelburd, Begérez logra un pequeño lujo: con vestuario adecuadamente negro de Nelson Mancebo y sobre el pequeño sector del escenario enmarcado por un ajedrezado blanco y negro, en el que no hay ningún otro elemento de escenografía que un sillón, se despliega toda la magia actoral de Jorge Bolani, estupendamente acompañado por Mariana Lobo.
La ausencia de elementos se compensa con el cuerpo de los actores, que marcan las transiciones entre las dos parejas utilizando su cuerpo, gestos y voz con eficacia quirúrgica.
Rizando el rizo de las citas, en Dossier 32 escribimos que, al igual que la crítica María Esther Burgueño escribiera que les contaría a sus nietos que vio a Bolani en Decadencia (César Campodónico, 1997), nosotros haríamos lo propio por haberlo visto en Variaciones Meyerhold (Lucio Hernández, 2012) y hoy sumamos Decadencia al archivo de los recuerdos muy queridos.
Imperdonable perdérsela.
Decadencia
Autor: Steven Berkoff.
Traducción: Rafael Spregelburd.
Dirección: Gerardo Begérez.
Elenco: Jorge Bolani, Mariana Lobo.
Ambientación y vestuario: Nelson Mancebo.
Luces: Leonardo Hualde.
Selección musical: Gerardo Begérez.
Producción ejecutiva: Miriam Pelegrinetti.
Fotos y arte gráfico: Alejandro Persichetti.