Fotografías: María Fernández Russomagno
La Comedia Nacional continúa celebrando sus 70 años y, esta vez, nos deleita con su representación de “Málaga”, del renombrado autor suizo Lukas Bärfuss. Dicha obra, estrenada en Zürich en el año 2010, ha logrado encantar a sus espectadores desde ese entonces y cautivará a la capital uruguaya hasta el domingo 3 de Diciembre, en la Sala Verdi.
Lukas Bärfuss nació en Thun en 1971 y en Septiembre de este año visitó Montevideo, por primera vez, en ocasión del Ciclo Bärfuss Sudamericano. Éste acontecimiento, que incluye en su itinerario a Buenos Aires, Santiago de Chile y Montevideo, se encuentra coordinado por la actriz y directora argentina Cecilia Bassano quien no solo acompañó a Bärfuss, ejerciendo una fantástica labor como intérprete, sino que, asimismo, es quien se encuentra a cargo de la traducción utilizada para esta versión.
“Málaga” es una obra que desarticula la hegemonía de una manera completamente natural, que invita al espectador a sentirse cómodamente incómodo. De este modo, ningún receptor se encuentra enajenado frente a este argumento dado que, si así lo fuese, se vería completamente abstraído de su condición humana. Su argumento parte de una problemática de extrema cotidianidad; la niñera se enferma y un par de padres separados debe decidir quien cuidará a su niña mientras ellos se encuentran, por diversas razones, fuera del país. Desde ese momento, se genera un crescendo argumental donde la obra logra desplegar su máximo esplendor. Sin duda alguna, esta majestuosidad se ve sustentada por las interpretaciones de Jimena Pérez, Gabriel Hermano y del actor invitado Ernesto Álvarez, quienes han llevado a cabo su cometido de darle vida a estos personajes.
Consecuentemente, “Málaga” es una obra de una pureza inigualable, que parte de un lugar común y que se desdobla de una manera tan sublime que, sin duda alguna, se explica por el genio creador de su autor; Lukas Bärfuss.
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Revista Dossier dialogó con Bettina Mondino, directora de esta puesta en escena.
¿Qué factores contribuyeron a la elección de esta obra como parte de la celebración de los 70 años de la Comedia Nacional?
– Lo que pasa es que yo no la elegí, entonces, no te puedo decir. Te digo lo que yo presumo; primero que es un autor contemporáneo, “Málaga” fue escrita en el 2010. Además, trae temas de mucha actualidad; está hablando de la sociedad en que vivimos. Un autor suizo habla de la sociedad suiza pero también habla, esencialmente, de los que nos pasa en todas partes del mundo; por lo menos en este rinconcito encontramos que esta obra nos interpela profundamente. Pienso que tiene que ver con la temática, tiene que ver con que es un autor que, hoy por hoy, en uno de los más relevantes. Al mismo tiempo, que esté en la cartelera y como parte de la programación de la Comedia Nacional en sus 70 años me parece que eso solo ya amerita. Más no te puedo comentar porque no sé la causa que fue discutida en la comisión artística de la Comedia; calculo que va por ahí.
Me pareció curioso como a la versión argentina de esta obra se la denominó “Paraty” y “Aruba” a la venezolana. Claramente, se decidió extrapolar la trama a sus respectivos contextos. Aquí, en cambio, se mantuvo el planteo original, conservando el marco europeo. ¿Éste ha sido un acto deliberado? ¿Les pareció, tal vez, una trama lo suficientemente impactante como para, además, alarmar al espectador con el tinte local?
– No, primero que acá, en el teatro uruguayo, es muy común; los autores europeos son algo que hemos adoptado desde hace mucho tiempo. El espectador está muy acostumbrado a presenciar o a escuchar historias que pasan en otro lado, contadas por gente extranjera. Eso no inhibió en hecho de que podamos reflejarnos en las historias que nos cuentan los extranjeros de hoy y de ayer; los grandes clásicos también. Muy pocas veces ha pasado que se decide trasladar todo lo europeo a lo local. En este caso, te diría, no me pareció relevante porque, justamente, me parece que esto que está sucediendo en Suiza con este fenómeno de la globalización, de esta “modernidad líquida” de Zygmunt Bauman, nos está afectando a todos por igual y es muy fácil; no nos queda lejos. Es una historia que, más allá de que lo ubiques en un país o en otro, nos remite a lugares muy precisos y muy conocidos. Entonces, no me pareció relevante ni que pudiera aportar el traerla a acá, el hacer esa transposición. Sí, sabemos que en Argentina se hizo y es válido, también. Desde mi mirada, no me pareció que fuera un aspecto que pudiera hacer un aporte en ese sentido.
Claramente, resulta muy tentador relacionar esta obra con las ideas del sociólogo polaco Zygmunt Bauman. De todos modos, a mi parecer, por más que “Málaga” es una obra que presenta un marco claramente contemporáneo, en su base se encuentran cuestiones que trascienden las épocas y que han acompañado al ser humano a través del tiempo; el amor, el deseo, la ambición, la manipulación, los celos, etc.
– Sí, está bien, es cierto. Creo que hay un sustrato que tiene que ver con los vínculos, ¿no? Los vínculos entre los adultos, entre generaciones. Pero creo que, especialmente ahora, hay un tema con la aparición de eso que habla, por ejemplo, Alessandro Baricco; de “los bárbaros”, de la generación X o Y que están apareciendo, los millennials. Muestran particularidades que no tienen que ver con la brecha generacional que conocemos y que siempre hubo; acá hay algo más. Un compañero argentino que se llama Fernando Peirone hace un análisis muy interesante, justamente, de la juventud. Tuve la oportunidad de escucharlo en un seminario el año pasado y lo que dice para ilustrar un poco lo que está pasando con los jóvenes en relación con los adultos realmente me cautivó. Hasta la generación mía, yo tengo 56 años, el saber adulto era una referencia. Entonces, los jóvenes traccionaban ese saber, había una referencia que, más allá de que en la adolescencia uno la cuestionaba, siempre era muy fuerte; el saber estaba en los adultos. Ahora, con esta era de la tecnología que, en realidad, los adultos les preguntan a los chiquilines como funcionan los aparatos, los adultos quedaron como que en otro lugar en la mirada de los jóvenes y ese saber y esa referencia, Peirone dice; “se tracciona entre los iguales”. No está la referencia del adulto como lo había en otras generaciones. Esto a mí me pareció de una descripción muy esclarecedora y que coloca una especie de abismo entre como ven el mundo hoy los jóvenes y como están experimentando los adultos, nosotros, porque yo me incluyo entre ellos, este cambio, este mundo que ya es móvil, este terreno que yo antes tenía diseñado como un mapa inamovible que se me está corriendo los límites todo el tiempo. Como los adultos están pudiendo atravesar este tiempo que los llenan de contradicciones, que les propone estas nuevas definiciones que tienen que hacer, como la pareja de esta obra que empieza a cuestionarse cuales son las prioridades y los formatos antiguos como, por ejemplo, el del matrimonio para siempre. Esto aparece fuertemente cuestionado y hay alguien que pretende seguir con el formato antiguo, como es Michael en la obra, y una mujer a quien ese tipo de relación ya no le cuadra y está buscando otra cosa. Entonces, me parece que es un tiempo revulsivo; es un tiempo de muchas transformaciones para el adulto, no para los jóvenes. Los jóvenes están en un mundo que es lo que es y de repente se encuentran con la dificultad de llegar a un adulto que antes era de otra manera, el vínculo era de otra manera. Entonces, a mi me parece que para esta obra nos sirvió mucho hablar de estas cosas; de los millennials, de la mirada de los jóvenes de hoy hacia los adultos, de la nueva relación, de los abismos que hay, de las soledades que propone esta “modernidad líquida” y de los “amores líquidos” que, también, plantea Bauman. Creo que, para nosotros, fue una plataforma de despegue interesante.
Ya que entramos en la disciplina sociológica, me parece adecuado traer a colación al canadiense Erving Goffman y su concepción de nuestra vida diaria como un teatro donde debemos interpretar diversos roles. “Málaga”, desde mi perspectiva, muestra ese punto de inflexión donde los comportamientos hegemónicos se fragmentan y comienza a salir a la luz lo más elemental del ser humano, lo más inherente.
– Sí, sí, puede ser esa una mirada, está bien. Hay una cuestión que es; ¿qué es lo inherente al ser humano?
La cuestión del deseo, los celos, etc.
– Sí, está bien, es cierto. Pero yo siempre lo veo en relación a una construcción cultural.
Los celos, tal vez… Pero, ¿el deseo?
– Está bien, pero los celos en relación a un formato de vínculo al que la mujer, en este caso Vera, quiso zafar. Este personaje habla de “yo siempre te arreglo los quilombos”, “estoy yo siempre ocupándome de lo tuyo”. O sea, ahí habla de un matrimonio, de una pareja cuyo formato era: “Yo me encargo”. Hay cosas que la mujer tiene que hacerse cargo y el hombre estaba como en un estatus, nosotros estuvimos hablando de la masculinidad tóxica, de ese concepto bien interesante. Hay una construcción, sobre todo acá en el Río de la Plata mucho más con nuestro tango, que nos coloca al hombre en relación a la mujer y a la mujer en relación a un rol que debe cumplir y del cual ésta se revela. Entonces, creo que tiene que ver, sí, con algo innato en el ser humano pero a mí me gusta pensarlo como un cuestionamiento a una cuestión social y cultural, más que nada. Que se está fragmentado… esta fractura yo la comparto. Pero yo la relaciono más con una creación cultural que hace que, por ejemplo, Michael reclame cosas de la mujer que la mujer ya no está dispuesta a hacer, por ejemplo.
Quizás la temática de lo inherente se puede ver de manera más clara con Dora, la protagonista de “Las neurosis sexuales de nuestros padres” [Lukas Bärfuss, 2003] y su sexualidad. De todas formas, quería retomar este asunto de como, quizás, no es tanto una cuestión propia de la modernidad porque, para citar un ejemplo, en “Como gustéis” de Shakespeare, Jaques en un momento dice; “All the world’s a stage” [Todo el mundo es un escenario] y la idea de Goffman se relaciona en gran medida con este planteo anterior.
Sí, sí, totalmente. Claro, todos jugamos un rol. El asunto es; ¿rol asignado o rol asumido? La psicología social habla mucho de eso. Creo que en el caso de esta pareja, a Vera, por ejemplo, se le había asignado un rol que ella ya no quiere asumir más. Entonces, siempre tenemos roles, siempre jugamos un rol, un papel en la vida, en la vida social, sobre todo, que se trata de eso. El asunto es, ¿quién lo asigna y qué se asume de ese rol que alguien asignó o si nos auto-asignamos roles? Me gustaría que nos quedáramos pensando en eso.