Voz con temperamento tanguero único, Elsa Morán tiene una extensa carrera en el género urbano pero, algo que suele olvidarse, su música incluyó, sobre todo en sus inicios, una interesante incursión en ese campo tan amplio como diverso que suele llamarse folclore. O, más claro aún, el campo de la canción folclórica. Por eso Folcloreando, su cuarto y último disco editado por el sello Ayuí, llega como homenaje a una tradición que mantiene su vigencia musical y poética pese a pintoresquismos y ejercicios de museo.
El título no tiene dobles lecturas. Este repertorio, que Morán aborda con los arreglos y la dirección de Julio Cobelli, maestro de la guitarra, va por los senderos del vals criollo, de la milonga campera, de los estilos. Formas de definidos esquemas y guiones que ganan frescura y riqueza expresiva, con una interpretación vocal potente, sonora, de clara proyección, sin vibratos excesivos (y molestos), que saca excelente partido de sus registros medio y grave, sus colores mate, y un fraseo swingueado como de taquito.
Así le saca un buen partido a ‘La pulpera de Santa Lucía’, ‘Elsamorando canciones’ (con texto de Nacho Suárez), ‘Ansina es la madre mía’, la gardeliana ‘Guitarra, guitarra mía’. Un repertorio revisitado con un solvente trabajo guitarrístico de Julio Cobelli, que deviene elogio a una técnica única, con ese uso tan característico de la púa o plectro, que se luce en el contrapunto de líneas y comentarios a las frases vocales, en el apoyo armónico-rítmico.
Este tipo de interpretaciones, por cierto, no sólo confirma la estatura interpretativa de la Morán. También recupera la garra de un repertorio impecable, tan personal por su anclaje con estos entornos geográficos, con estos paisajes tan locales.