Entre la cantera y la mayor
Columna El punto ciego
por Agustín Paullier
Un club es un espacio de resistencia y de unión. Se comparte un interés, se generan afectos y se promueve una comunión. El deporte, en este caso, es la fotografía. Entre los socios del Foto Club Uruguayo (FCU) están quienes participan en los talleres, los que hace tiempo “egresaron” y pasan de visita, en busca de una opinión o unos mates con los instructores, docentes o administrativos. Para la edición de su exposición con motivo del 76º aniversario se realizó el habitual llamado a sus socios y se invitó a quienes conforman la institución.
Jorge Ameal y su bigote son un emblema del FCU y de la fotografía uruguaya. Fue parte de la camada de fotógrafos que retornaron al país tras la dictadura, cargados de experiencia y conocimientos que siempre brindaron al que estuviera dispuesto a escuchar. Ameal se radicó en Francia y fue donde formó su estilo en la tradición de la fotografía de calle y documental francesa, la cual influyó y marcó a muchas generaciones. No había vuelto a Francia hasta el año pasado, y París fue una fiesta para el uruguayo. Prueba de ello es la fotografía que se pudo ver en la Fundación Fucac: una oda a la composición, de esa que se puede contemplar por un buen rato, en la que se suceden planos, texturas y formas, mientras dos transeúntes caminan en direcciones opuestas hacia los extremos de la imagen.
Se seleccionaron dos imágenes de Federico Borges, una nueva mirada cargada
Roberto Fernández Ibáñez tiene a su cargo el taller de técnicas en blanco y negro, ámbito en el que se ha especializado y experimentado ampliamente, además de aportar sus conocimientos como químico, profesión que estudió y ejerció durante buena parte de su vida. Para la exposición seleccionó una foto de uno de sus primeros trabajos que ya mostraban, en 1989, a un autor con una mirada y una técnica refinadas. Una hoja de papel cuelga de una cuerda sostenida por dos palillos para colgar la ropa, un pedazo de la hoja yace debajo de lo que fue su cuerpo. La hoja se encuentra abierta como una herida, por la imagen de una tijera plasmada en ella. ‘Fotografía pendientes’ surgió cuando observó que una fotografía pendía de una cuerda para secarse en su laboratorio y pensó en las imágenes que había postergado, las que no encajaban en una serie o una narrativa. Con elementos de su entorno comenzó a jugar entre lo representado en el papel fotográfico colgado de una cuerda y una realidad exterior con la que interactúa. La semejanza y la referencia al fotógrafo español Chema Madoz es, por momentos, inevitable.
Álvaro Percovich y Fernando Carballo dialogan como amigos entre tonos cálidos y densas sombras del fin de la tarde con dos imágenes: un estoico banco a orillas de las olas de barro que se secaron, y un tablero de dardos, clavado en un poste rodeado de hojas de enviras, canelones y arueras.
Vladimiro Delgado es una presencia casi ineludible en el salón aniversario del FCU, siempre presenta parte de su producción, variada tanto en su contenido como en los formatos que elige para exponer. En esta ocasión mostró un registro documental en la rambla sur, donde un grupo de monjas contempla cómo un barco carguero surca las aguas del Río de la Plata.
Desde sus comienzos, el salón aniversario realiza un llamado a sus socios, sobre todo a los que están dando sus primeros pasos. Durante muchos años la selección del jurado fue abierta, se exponían los motivos y valoraciones frente a los que habían presentado una imagen o simplemente querían presenciar la digresión; era una instancia de aprendizaje. Para futuras ediciones se tiene la intención de modificar el formato de selección y producción de trabajos, con el objetivo de acompañar un proceso que vea su resultado en un nuevo aniversario.