Por Bernardo Borkenztain.
Tú cuya carne, hoy dispersión y polvo,
pesó como la nuestra sobre la tierra,
tú cuyos ojos vieron el sol, esa famosa estrella,
tú que viniste no en el rígido ayer
sino en el incesante presente,
en el último punto y ápice vertiginoso del tiempo,
tú que en tu monasterio fuiste llamado
por la antigua voz de la épica,
tú que tejiste las palabras…
Jorge Luis Borges
La mujer
¿Cómo pretender una nota que abarque la dimensión de una persona como la que nos convoca?
Podríamos, por supuesto, comenzar con una reseña biográfica, aclarar que además de su vida que la convirtió –sin dejar de ser uruguaya– en una ciudadana del Río de la Plata, sentida propia en ambas márgenes y que por sangre lo era porque fue hija de la argentina Guma Muñoz del Campo y descendiente egregia de dos figuras de nuestra historia: su padre, el escultor José Luis Zorrilla de San Martín, y su abuelo, el poeta Juan Zorrilla de San Martín. Sin, por supuesto, olvidarnos de su hermana, la genial vestuarista Guma Zorrilla.
No olvidaríamos, ciertamente, mencionar que tuvo que vencer los prejuicios de aquella década de los cuarenta, en los que estaba muy mal visto que una joven de la alta sociedad fuera actriz, pero que recibió apoyo de su abuelo, el escultor, quien la alentó en su camino.
Agregaríamos, quizás que, salvo sus viajes frecuentes, esta mujer que dominaba el francés y el inglés como lenguas maternas vivió repartida entre las dos capitales del estuario, pero que tuvo en la década de 1970 un interludio en Nueva York, donde por supuesto tampoco permaneció quieta.
Podríamos, por cierto, mencionar su estadía en Londres, becada por el British Council, donde estudió en la Royal Academy of Art, o tal vez mencionar sus numerosas distinciones al mérito*: Orden de Mayo (Argentina), Ciudadana Ilustre de Buenos Aires, Orden al Mérito Docente y cultural Gabriela Mistral (Chile), Ciudadana Ilustre de Montevideo, Chevallier de las Arts et las Letres (Francia), Ciudadana Ilustre de Mar del Plata, Mención de Honor Domingo Faustino Sarmiento (Senado de la Nación Argentina) y la lista no sería completa, ni quizás relevante, porque eso solo marca la dimensión del reconocimiento y cariño que recogió, pero eso no es lo que la hizo la estrella que trascendió fronteras que realmente fue, sino que da cuenta de lo que otros la apreciaron pero no de su talento ni capacidad de trabajo. Y eso lo tuvo, también, en abundancia. Más relevante pero aún más inabarcable sería la lista de los premios por su trabajo: Florencio, Konex, Cóndor de Plata, Estrella de Mar, Trinidad Guevara y muchos más han llevado su nombre en sus trabajos por teatro, cine y televisión.
Más pertinente sería, sin lugar a duda, dejar constancia de sus imperecederas parcerías con Antonio Taco Larreta y Carlos Perciavalle, que, en la vida, las cámaras y las tablas recorrieron buena parte de su camino con ella.
Podríamos hacerlo, si lo biográfico fuera nuestro objetivo…
La teatrista. Y más
Si bien más relevante, este punto cuenta con el inconveniente de lo inabarcable, cualquier recorte que hiciéramos de una artista que no solamente brilló por derecho propio, sino que convivió con figuras como Margarita Xirgu, Armando Discépolo, Carlos Calderón de la Barca**.
Su ingreso a la Comedia Nacional fue al volver de Londres, en una fecha previa (pero cercana) a la fundación de la EMAD, por lo que antecede a los primeros egresados. Esto la hizo cogeneracional de muchas figuras históricas de las que se habla en los pasillos de los teatros con la dimensión de las leyendas, pero que muchos –no tan jóvenes– no llegamos a disfrutar, pero que nos han llegado algunos de sus mejores integrantes, como China, o la inmortal Estela Medina.
Según los registros de la Comedia Nacional***, entre 1949 y 1967 intervino en cuarenta producciones como actriz, dramaturga, directora y traductora. Por esta versatilidad es que no aceptamos –por reduccionista– nombrarla solo actriz, y optamos por usar el más moderno “teatrista” para dar cuenta de que pisó todas las canchas y en todas dejó huella.
Luego de la etapa en la Comedia Nacional agregó además el rol de productora en algunas puestas y en 1971 comenzó una prolífica carrera como actriz cinematográfica que se prolongó hasta 2008. No solamente compartió cartel con otras figuras de tanto porte como ella (Luis Brandoni, Antonio Gasalla, Leonardo Sbaraglia, Alfredo Alcón, Graciela Borges, y la lista sigue, interminable…), sino que protagonizó varias películas como Esperando la carroza (1985, Alejandro Doria sobre texto teatral de Jacobo Langsner) o La tregua (1974, Sergio Renán sobre novela de Mario Benedetti) que se volvieron fenómenos de culto, especialmente la primera que tiene una enorme masa de seguidores que se autodenominan “carroceros” y que se aprenden los diálogos de memoria y los recitan mientras ven la película. Por no nombrar la difusión en las redes sociales de muchos de esos parlamentos e imágenes en la forma de memes.
Su protagónico de Emily (1981), un monólogo de William Luce sobre Emily Dickinson le permitió girar por toda Latinoamérica y fue la obra con la que volvió a la escena uruguaya, en el Teatro del Notariado, luego de nueve años de faltar en la cartelera. Si bien se radicó en Buenos Aires, alternó con Montevideo para trabajar en varias oportunidades.
Sin lugar a duda la huella que dejó en teatro y cine atravesó sin problemas siete décadas de carrera, pero tampoco podemos olvidar su prolífico trabajo en televisión, donde fue protagonista del recordado ciclo Alta comedia en la década de 1970 y tuvo incontables apariciones en unitarios y series.
Mención aparte merece recordar una puesta con su gran amigo Carlos Perciavalle, El diario privado de Adán y Eva que China escribió en 1982 sobre dos textos de Mark Twain, El diario de Adán y El diario de Eva.
La obra, como no podía ser de otra manera con semejantes histriones en escena, era una poderosa comedia al estilo del café concert, del que Perciavalle era el autoproclamado e indiscutido Rey, pero a deux, y fue tal el éxito que se repitió a lo largo del tiempo en varias reposiciones, con tal suerte de que una de las últimas tiene un excelente registro en la plataforma Teatrix.
Permítasenos una digresión para protestar por el tremendo pecado de hybris de la Intendencia de Montevideo que, siendo la casa de un enorme elenco como la Comedia Nacional, además de la Banda y la Orquesta Filarmónica y poseyendo un canal de televisión de primer nivel técnico, se da el lujo de no tener registros de calidad de estrellas como la que nos convoca, que pasan por su casa y de las que las generaciones posteriores no podrán si no leer sobre su genio sin poder acceder a verlo, algo que la tecnología actual permite a costos irrisorios para una intendencia.
Volviendo al tema principal, es destacable la dimensión de artista que tuvo China Zorrilla, que no solamente era dueña de una voz de timbre potente y sumamente reconocible, sino que tenía esa cualidad elusiva de describir que la identificaba cada vez que salía a escena. Es decir, era siempre ella y su personaje, cada trabajo era extremadamente personal e irrepetible.
La estrella
Lo anterior nos da pie para el último punto que queremos abordar, y es que China Zorrilla no podía pasar nunca desapercibida. Si entraba en un lugar, lo ocupaba entero.
Si concurría a una entrevista, siempre tenía anécdotas fabulosas (uno sospecha que más autoficcionales que autobiográficas, pero a quién le importa) y el programa siempre era especial.
Una de estas anécdotas (quizás nuestra favorita) es de cuando vivía en Nueva York, y contó que un día en su casa apareció Joan Manuel Serrat, quien durante el encuentro le cantó de manera privada su canción ‘Señora’.
Otro aspecto es que si bien la parte más importante de su carrera (al menos en lo cinematográfico) la hizo en Buenos Aires, y allá la sentían propia, ella nunca perdió su identidad uruguaya, y eso también era una de sus marcas personales.
En suma, se trató de una artista impar, que por el momento en el que le tocó vivir, tanto como por la calidad y cantidad de su trabajo, quedó marcada a fuego en la mejor historia de nuestro arte escénico.
*Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/China_Zorrilla#Nueva_York
**Su pasaje al frente de la Dirección Artística de la Comedia Nacional fue breve por su fallecimiento, pero tiene cierta belleza poética que semejante institución hoy esté a cargo de otro Calderón, Gabriel en este caso…
***http://www.comedianacional.com.uy/mvdcms/uc_117_1.html
Algunos espectáculos en los que participó
Fiebre de heno (directora)
La mujer invisible (directora)
Emily (productora, actriz)
La manzana feliz (traductora, directora)
Hola, hola…1, 2, 3 (directora)
Perdidos en Yonkers (directora)
Emily (actriz)
Perciavalle atomizado (autora)
La mujer del año (texto)
Perciavalle no se entrega (autora)
Arlequino servidor de dos patrones (directora)
La pulga en la oreja (directora)
Según Cole Porter (voz en off)
Una Noche de Ballet, una historia con historia (supervisora en dirección)
Las d’enfrente (Las de enfrente) (actriz)
Terapia China (actriz)
Cómo deshacerse del marido (voz en off)
Según Cole Porter (voz en off)
Noches Chinas (autora, actriz)
Mujeres x la identidad (actriz)
Satie y los otros (intérprete)
Eva y Victoria (directora)
Disparatados en Varieté! (actriz)
Otra vuelta de… China (actriz, directora)
El diario privado de Adán y Eva (actriz, directora)
El Camino a la Meca (actriz)
Reencuentro con Emily (actriz, directora)
Historias de vida. (autora, actriz)
Había una vez… (narradora)
Madre Coraje y sus hijos (de Bertolt Brecht)
Los gigantes de la montaña (de Luigi Pirandello)
La gaviota (de Antón Chéjov)
Las de Barranco (de Gregorio de Laferrère)
La Celestina (de Fernando de Rojas)
Nuestro pueblo (de Thornton Wilder)
El amor de los cuatro coroneles (de Peter Ustinov)
La farsa en el castillo (de Ferenc Molnár)
El alcalde de Zalamea (de Calderón de la Barca)
El tobogán (de Jacobo Langsner)
Filumena Marturano (de Eduardo De Filippo)
Plaza Suite (de Neil Simon)
La Loca de Chaillot (de Jean Giraudoux)
Todo sea para bien (de Luigi Pirandello)
La casamentera (de Thornton Wilder)
Danza macabra (de August Strindberg)
El honor no es cosa de mujeres (de Robert de Flers)
El diario de Ana Frank (dirigida por Antonio Larreta)
Baal (de Bertolt Brecht)
Sabor a miel (de Shelagh Delaney)
La extravagante Sra. Bennet (de John Patrick)