Por Eldys Baratute.
He ido a la sala Verdi a ver Ensayo, he ido a la sala Verdi a disfrutar de una puesta de la Comedia Nacional que desborda los límites de la institución y sale a las calles, con vida propia. Y lo digo porque cuando pienso en Ensayo la imagino como una masa que se desborda, emergiendo por cuánto agujero tenga el espacio que la limita, saliendo a la calle Soriano hasta Florida y de ahí a la Plaza Independencia, para luego salir disparada a cualquier punto de Montevideo.
Ensayo, escrita por Pascal Rambert y dirigida por Anthony Fletcher toma como excusa la crisis que sufre un grupo de teatro para exponer las crisis espirituales del hombre mismo. Los miedos, las frustraciones, las utopías, los odios, la búsqueda del camino personal, el amor siempre el amor, la carne, la política, la ideología, la palabra, la poesía, un poco de todo y un poco de nada se vive en estás dos horas que mantienen expectante al público. En Ensayo no es el verbo, la historia, o la dramaturgia lo más importante. En Ensayo se siente, y ese sentir es el hilo conductor de la puesta.
Cuatro personajes protagonizan la obra. Cuatro actores en los que descansa el peso de la obra. Rosario Martínez (Audrey), Luana Pena (Emmanuelle), Fernando Dianesi (Denis) y Pablo Museti (Stan) se meten en la piel de sus personajes y explotan los miedos de cada uno de ellos.
¿Entonces Ensayo trata del miedo?
El miedo de Audrey manifestado a través de la versatilidad de una actriz que domina el escenario, de sus movimientos, sus cambios bruscos de carácter, de su forma punzante de decir las palabras, como si las masticara. Confieso que al verla, en esos casi treinta minutos que le sirvieron para explayarse, ya no quería ver a nadie más, prefería quedarme con esa Audrey que se contradecía a sí misma, que respiraba pausadamente, que construye la mesa que necesita, su mesa. La Audrey que me hacía sentir.
¿Entonces Ensayo va del sentir?
El miedo de Emmanuelle se esconde detrás de la sensualidad de Luana Pena. Ella todo el tiempo está provocando, seduciendo, conquistando, y al mismo tiempo transmite tristeza, soledad, abandono, desolación.
¿Entonces Ensayo=Tristeza?
Fernando Dianesi es un ACTOR en mayúscula, de esos que saben de la importancia del más mínimo movimiento, que dominan el ir y venir de los ojos, la ligera desviación de la comisura labial, las líneas de la frente, el tono de voz. Cada terminación nerviosa de su cuerpo esté en función de Denis, el escritor, el dramaturgo que tiene sentimientos encontrados, que ama, que sufre, que idolatra, que odia, que, como Audrey, concibe su propia mesa, a imagen y semejanza. Pero todo, absolutamente todo, matizado, en un equilibrio que denota humanidad. Nada es blanco y negro con estos cuatro personajes y esos matices es muy difícil darlos si no se es un ACTOR, en mayúscula.
¿Entonces Ensayo vs blanco y negro?
El miedo de Stan se siente en la voz de Pablo Museti, en la mesura que el actor le impregna a su personaje, en la contención que solapa con un falso optimismo, en el amor que siente por los otros tres. Stan se reconoce como el director de la obra, el director de la crisis, el director de las desventuras de esos cuatros personajes azotados por la abulia. Se reconoce como el eje principal de conflictos que van más allá del grupo mismo.
¿Entones Ensayo+abulia+crisis anuncia la pérdida de la fe?
Pudiera hablar del espíritu de Stalin en toda la obra, de la vida decadente de Scott y Zelda Fitzgerald tan similar a la de estos personajes, pudiera hablar del poema de Ósip Mandelshtam que retumba como un eco en toda la puesta Uno silba, otro maulla, aquel gime, el otro llora;/solo él campea tonante y los tutea. Pudiera hablar de la economía de recursos de la escena, del diseño de luces en equilibrio con la vida mustia de esos personajes. Pudiera hablar de tantas cosas pero sobrarían en cualquier texto en dónde cuatro actores dan lo mejor de sí y defienden una obra que sale caminando por las calles de la ciudad con vida propia.
Los malos poetas son buenos verdugos (no escribo la frase textual) se repite una y otra vez en la obra. Y esa frase, por más evidente que suene, nunca antes se me había ocurrido. Y la pregunta es ¿qué pasa con los buenos poetas, qué pasa cuando encuentras una obra que camina con vida propia por las calles de Montevideo? ¿Qué pasa cuando notas que es todo y es nada? ¿Qué pasa cuando te das cuenta de que Ensayo no es más que una representación de la vida misma?