
A veces basta con cambiar la mirada para descubrir belleza donde no esperábamos encontrarla. Hay lugares que parecen hechos solo para el silencio, para el recogimiento, pero que en realidad contienen una riqueza artística inmensa, casi secreta u oculta.




Tal es el caso del Cementerio Central de Montevideo, que guarda entre sus muros mucho más que recuerdos y es un verdadero museo a cielo abierto donde el arte se manifiesta en voz baja, pero con fuerza. Sus esculturas, lápidas y mausoleos cuentan historias de época, estilo y sensibilidad. Recorrerlo con atención es encontrarse con ángeles, rostros tallados, gestos detenidos en el tiempo. Es caminar entre mármoles y bronces que fueron esculpidos para permanecer.
El sábado 5 de abril, ese lugar tan cargado de memoria se transformó, por unas horas, en escenario de creación. Convocados por el colectivo uyArtistas, decenas de artistas participaron de una nueva edición de El Arte a las Calles, esta vez con una propuesta muy especial: observar y capturar el arte y arquitectura funeraria del Cementerio Central, no como simples objetos lejanos e inertes, sino como presencias vivas, capaces todavía de conmover.









Este no fue un evento con protocolos ni estructuras formales. No hubo profesores ni jurados. Solo personas con ganas de crear, sentadas frente a una tumba, un monumento, una figura que les hablaba desde el tiempo. Llevaban cuadernos, lápices, pinceles, cámaras. Y, sobre todo, llevaban una disposición respetuosa, casi ritual, para acercarse a esas obras sin invadirlas.










Algunos se instalaron frente al túmulo de Delmira Agustini; otros eligieron rincones menos conocidos. Cada artista trazó a su manera: con líneas firmes o temblorosas, con detalles minuciosos o con simples gestos de color. Pero todos, sin excepción, compartieron ese momento de escucha visual. Porque dibujar, cuando se hace así, también es una forma de escuchar.

















A veces el arte simplemente sucede. Y para encontrar nuevas formas de belleza, solo hay que detenerse y mirar allí donde pocos se atreven a mirar. La propuesta de uyArtistas no buscó transformar el cementerio, sino acercarlo. Recordarnos que el arte no solo vive en galerías o museos, sino también en los márgenes, en los pliegues de la ciudad, en sitios que creemos ajenos y que, sin embargo, nos pertenecen. Lugares muchas veces olvidados, que vuelven a hablar cuando se los recorre con sensibilidad, devolviéndoles su valor patrimonial, artístico y humano.
Texto e imágenes: Mario Cattivelli