Descifrando el enigma
Marcus Goldman tiene 30 años y ha alcanzado la fama con su primera novela. Los problemas comienzan cuando entra en un período de sequía creativa -el pánico a la página en blanco- y no se le ocurre ningún tema que valga la pena para su esperado segundo libro.
Goldman puede ver su rostro en grandes carteles en los subtes y metros de Nueva York. La gente lo reconoce en las calles. Le pide autógrafos. Es la nueva estrella de la literatura neoyorquina. Tiene una abultada cuenta en el banco y un contrato con la editorial por otros cinco libros. A todas luces, un self-made man, pero la suerte comienza hacer esquiva. No se le ocurre una historia que valga la pena escribir. Para colmo, su agente literario Douglas lo presiona y se le acortan los tiempos de entrega en la editorial. Marcus decide entonces visitar a Harry Quebert, su mentor literario, profesor de Literatura y una de los escritores mejor posicionados en la letras estadounidenses, autor de Los orígenes del mal, novela que se ha convertido en un clásico. Quebert vive alejado en Aurora, un pequeño pueblo donde en 1975 desapareció una chica de quince años, Nola Kellergan, y su cuerpo nunca fue hallado. Pero estamos en el 2008 y la última vez que profesor y alumno se vieron fue en 1998.
El joven escritor le pide consejos a su maestro. Se queda en su casa. Husmea entre sus libros y manuscritos buscando alguna idea que le permita escribir su novela. Encuentra una misteriosa caja con recortes de periódicos sobre la desaparición de Nola en agosto de 1975. Y cartas de amor entre la adolescente y Harry cuando tenía 34 años.
Tiempo después, con Marcus intentando escribir su novela en Nueva York, le llega la noticia. Harry fue arrestado y se le acusa de la muerte de Nola ocurrida 33 años atrás. Las pruebas son contundentes. Los restos óseos de la chica, junto al manuscrito de Los orígenes del mal, son encontrados enterrado en el patio de su casa. Todo hace pensar que el respetado escritor es un pedófilo asesino, pero Marcus está convencido de su inocencia.
Con estos ingredientes, Jöel Dicker (Ginebra, 1985), al igual que su personaje Marcus Goldman, logró convertirse de buena a primeras en un exitoso escritor. Y es que La verdad sobre el caso Harry Quebert tiene una trama que es buena, los personajes principales están bien delineados, los diálogos son inteligentes -sobre todo el de los dos escritores cuando habla del oficio- y los saltos temporales (1975, 1998, 2008) no dificultan la lectura. Esto se debe, y es otro de los aciertos, a la estructura en la que está montada la historia, que incluye una metanovela, la que Marcus comienza a escribir sobre los hechos ocurridos que toma, a su vez, pasajes de Los orígenes del mal de su mentor.