Nada se destruye, todo se transforma
El título de esta muestra –Permanencias– de Ricardo Calicchio es inteligentemente coincidente con lo que se podría calificar de objetivo estético del artista. Esta serie de pinturas, que técnicamente conjuga el collage de fotocopia con la pintura acrílica, construye espacios verdaderamente líricos por el exclusivo manejo del color, colocado en manchas o planos de acuerdo con un trazado en perspectiva que se contrapone al chorreado aleatorio donde se procura generar una lectura frontal y plana. Esta ambivalencia espacial es absolutamente coherente, por lo que la unidad de la obra se logra desde lugares diferentes que no compiten entre sí. Desde el punto de vista técnico este abordaje es muy acertado. Las figuras, rústicamente recortadas de simples fotocopias en blanco y negro, revisten el rol de íconos, en referencia a la cultura uruguaya e incluso a la cultura artística internacional, como la Maja de Francisco Goya. La ubicación estratégica de estos íconos es también muy acertada en tanto conviven en el espacio referido y son potencialmente expresivas de un contenido polisémico, a pesar de su profunda inserción en el imaginario colectivo uruguayo. Estas pinturas-collage son expresivas de una sensibilidad pictórica y cromática muy fina, que visualmente suministra una pátina de nostalgia pero también alude a la soledad de los personajes –figuras, edificios y artefactos– que participan de la composición y que los nivela a todos en el sentido histórico o más bien historiográfico.
El artista logra, por lo tanto, representar lo que mencionamos: la permanencia, que obviamente se relaciona con la memoria. Mediante el inteligente empleo de los recursos artísticos se conforma un enunciado estético cuya lectura apela a la continua deconstrucción de los significados, para que el observador pueda recomponer, desde la percepción, una gama de sensaciones, ideas y sentimientos despertados desde lo puramente plástico.