33º Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay
Inundación cinéfila
Por Diego Faraone
Sólo el festival de Cinemateca puede reunir en sus carteleras apellidos de la talla de Godard, Perrone, Bilge Ceylan, Alonso y Dumont; el evento cinematográfico del año no tiene parangón en Uruguay, una fiesta de doce días de inyección cinéfila de calidad, sin reposo. Cerca de doscientas películas nutrirán esta nueva edición, entre cine de autor, experimentales, cine de género, animaciones, cortometrajes y hasta miniseries procedentes de los más remotos confines del planeta.
Este año además de las secciones y competencias tradicionales, se contará con focos específicos orientados al cine europeo: habrá un Focus cine nórdico, centrado en lo más destacado de las sobresalientes filmografías danesa, sueca, noruega, finlandesa e islandesa; también una retrospectiva del director suizo Thomas Imbach, en la que se dan a conocer veinte años de su trayectoria cinematográfica; otra retrospectiva, llamada Off the wall se centra en películas surgidas en lo que fue el bloque oriental alemán, filmadas por realizadores que, en su mayoría, nacieron después de la caída del muro de Berlín.
De entre el inabarcable malón de películas que vendrá podemos destacar especialmente un buen puñado. Sueño de invierno es la última obra maestra del turco Nuri Bilge Ceylan, seguramente uno de los más importantes realizadores actuales. Elogios no le hacen falta: la película se llevó la última palma de oro, máximo galardón del Festival de Cannes, y se trata de un drama visualmente envolvente, bello y doloroso, centrado en las miserias y las brechas existentes entre los estratos de la sociedad rural turca; basado en un relato de Chéjov, un sutil, distendido y corrosivo estudio de personajes.
No menos importante, la serie para televisión P’tit Quinquin, del cineasta maldito Bruno Dumont, fue destacada por la revista Cahiers du Cinema como la mejor película del año pasado (a pesar de ser una miniserie dividida en cuatro capítulos de cincuenta minutos). Inesperadamente, se trata de una divertida propuesta en la que el director se vale de los parámetros del cine policial para desplegar un humor absurdo constante a partir de inexplicables y truculentos crímenes: en el primero de los capítulos el protagonista encuentra, en un búnker, una vaca descuartizada: la autopsia revela que en su interior había restos humanos. El enigma se instala desde el minuto cero.
Siguiendo con los festejados por la crítica, Adiós al lenguaje, de Jean-Luc Godard, probablemente sea la película polémica de esta selección; se trata de otro de esos ensayos cinematográficos experimentales a los que nos tiene acostumbrados el director octogenario, con cambios de registros constantes, colores saturados, extractos de documentales y películas clásicas, citas literarias, reflexiones sobre el nazismo, la pareja, dios, la tecnología y los derechos de las animales; todo está metido en la licuadora cinéfila de Godard, y volcado en setenta minutos de fotogramas que deleitarán a sus acérrimos seguidores y encolerizarán a sus detractores. Otra obra polémica que no dejará a nadie indiferente es Jauja, del cineasta argentino Lisandro Alonso y protagonizada por Viggo Mortensen. Como de costumbre, Alonso emplea una narración distendida, en exteriores naturales extensos, con el ser humano a la deriva y desvalido ante la impávida magnificencia de la naturaleza. En este caso el protagonista es un capitán danés en la Patagonia del año 1882, quien sale en la desesperada búsqueda de su hija desaparecida. Planos largos, tiempos muertos y un final abierto provocarán reacciones encontradas.
El cine brasileño se viene imponiendo como uno de los más novedosos, vitales y entretenidos del panorama latinoamericano actual, y eso se demostrará en varios títulos. En Branco sai, preto fica, el abordaje aparentemente documental choca con lo presentado, una historia de ciencia-ficción en la que los protagonistas, rebeldes anarquistas, preparan una bomba para echar sobre el centro de la ciudad de Brasilia. Pero la bomba no estará compuesta por materiales explosivos, sino por música callejera de la peor. Según su director, Adirley Queirós, lo que es una “bomba de mal gusto” es la misma película y, para postre, un “documental terrorista”, pero estas etiquetas no parecen caberle del todo bien a este gran filme. Otra sorpresa es Sinfonía de necrópolis, de la gran directora Juliana Rojas (Trabalhar cansa) en la que un muchacho obtiene trabajo de enterrador, a pesar de no tener estómago para ello. En tono de comedia, se plantea una gran alegoría referente a la planificación urbana, ya que los administradores del cementerio comienzan a disminuir los espacios para las tumbas y a proponer planes habitacionales para los difuntos. Y todo esto con números musicales, coreografías y muertos que bailan con mucha gracia. Este cronista no pudo ver Vientos de agosto, de Gabriel Mascaro, pero viene recibiendo muy buenas críticas y promete ser un regocijo para los sentidos, con erotismo, una fotografía vistosa, música contagiosa y profundidad conceptual.
Los grandes títulos se continúan, y podríamos continuar escribiendo varias páginas al respecto. La utilidad de un revistero es una de las más originales y divertidas películas argentinas de los últimos años y cuenta con dos actrices de lujo, en un desempeño fenomenal. También argentina, Dos disparos es la última película de Martín Rejtman, de la que se viene hablando muy bien y cuyo título refiere a los dos tiros que se pega el protagonista, sin lograr matarse. Favula es un homenaje al cine mudo y un atractivo experimento del siempre inquieto Raúl Perrone; la colombiana Los hongos, de Oscar Ruiz Navia, se centra en el fascinante submundo de los grafiteros contestatarios de la ciudad de Cali. Sightseers, del británico Ben Wheatley es una comedia negrísima, sobre dos personajes border que en sus vacaciones comienzan a asesinar gente al azar, por vicio o casi por capricho.
Razones para asistir al festival no faltan, sino que más bien sobran. Y doscientos es una cifra interesante para los que busquen variedad y cine del que elegir.
33º Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay
Fecha: del 1º al 12 de abril.
Lugar: Salas de Cinemateca Uruguaya, del circuito comercial y pantallas al aire libre.
Programación completa: cinemateca.org.uy
♦ Edición impresa 49 de Revista Dossier ♦
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