En mi primer posteo publiqué que no era mi intención hacer crítica de arte sino crítica de las instituciones y políticas culturales que se encargan del arte. Pero hace unos días he sufrido tres agresiones visuales que no puedo dejar de comentar. Uno quiere hacer una cosa y la realidad te lleva a hacer otra. Espero que no se repita. Pero bueno, hoy no puedo evitar comentar sobre la obra de Manuel Aguiar en el MNAV, sobre el nuevo monumento a José Batlle y Ordóñez emplazado en Trinidad, y sobre la muestra de artistas emergentes llamada Globo expuesta en Punto de Encuentro.
Trasto 1
“En realidad no sabe nada aquel que no sabe como dejar de saber”
Mahmud Sabhestarí
Siglo XIV.
Con esta frase abre su página web Manuel Aguiar. Frase que viene muy al caso de lo que voy a analizar. No quiero hacer una crítica de toda su muestra porque ya aclaré que no soy crítico de arte y no me interesa. Sólo me voy a dedicar a analizar formalmente uno de sus cuadros expuesto en el MNAV en su muestra titulada Atando y desatando cabos. Aguiar es pintor, profesor y ensayista, nacido en Montevideo en 1927. Alumno del Maestro Joaquín Torres García de 1944 a 1949. Formó parte del Taller Torres García hasta 1958, participando en alrededor de veinte exposiciones y colaborando en la revista “Removedor”, órgano de difusión oficial del Taller.
Parece que Aguiar sí sabe como dejar de saber. Pero eso no lo transforma en un hombre sabio. En su pintura ‘Sin título, 2001, técnica mixta sobre mdf, 55 x 86 cm., es en donde mejor se nota lo que quiero analizar.
En 1975 estuvo de visita en Montevideo un coleccionista de arte español llamado Alex Soler. Vino a través de Enrique Gómez, que era en ese momento el director de Galería U. En una reunión con varios artistas, Soler le pregunta a Álvaro Armesto por qué hizo una línea recta y un círculo a mano alzada. Armesto le contesta que él se gozaba tratando de hacerlas lo mas perfectas posibles sin usar regla ni compás. Alex Soler le hace ver que está en un error porque tanto la línea como el círculo no tenían interes gestual y que solo se veían como mal hechas. Que si lo que quería era la perfección entonces que las hiciera con regla y compás. Salvo que para él el gesto fuera algo importante. Pero el valor gesual en esos dos elementos era nulo. Solo parecían una línea y un círculo mal hechos. Lo mismo se puede decir de esta obra de Aguiar. El agujero no es un círculo perfecto pero tampoco es lo suficientemente imperfecto para tener un interés gestual. Pasa lo mismo con la forma negra en donde sus límites no son lo suficientemente rectos como deberían. Todo es a medio camino. Viniendo de un artista que fue dicípulo directo de Torres-García resulta un error formal muy grave. Digno de un principiante. Esto mismo se repite en varias de las obras que forman parte de dicha exposición. Error cuartorial imperdonable es haber incluído dos pinturas totalmente informalistas fechadas en los 60, que no le hace bien al conjunto ya que denota una duda formal imperdonable para un artista con su formación.
Trasto 2
Con este texto se invitaba a concurrir al acto de inauguración del citado monumento a ser emplazado en una plaza de Trinidad, departamento de Flores. La obra fue realizada por Michael Merckel, cuyo mérito mas destacable es haber aparecido en el libro Arte Otro escrito por Pablo Thiago Rocca, actual director del Museo Figari. Arte otro es una de las denominaciones que tiene el también llamado arte ingenuo o naif. Bajo ese rótulo, muchas veces aparecen cosas tan espantosas como esta estatua de Batlle y Ordóñez. Su torpeza y desproporción de la figura humana trasciende lo naif para situarse decididamente en el mamarracho absoluto. Mas que un homenaje parece un acto de repudio a la figura de Don Pepe. Dentro del Partido Colorado hay gente culta y con conocimientos de arte que podrían haber asesorado correctamente si hubieran sido consultadas. Esta obra era propiedad de un ex intendente de Río Negro que la donó (mas bien se saco el trasto de encima), a la intendencia de Flores. A caballo regalado no se le miran los dientes, dice el refranero.
Trasto 3
Bajo el premonitorio título de Globo, arte emergente, se muestra en la sala Punto de Encuentro del MEC esta exposición de ocho artistas que el curador, Javier Abreu, nos quiere vender como las promesas del arte nacional. La sala queda grande. Las obras se pierden en ese espacio y no generan un ámbito que entusiasmo o de invitación a la reflexión. El conjunto no aporta nada nuevo. Si éste es el futuro del arte nacional estamos muy jodidos. Lo único destacable por su acabado profesional es la obra de Bruno Nogueira. La muestra luce mal colgada, con una producción muy pobre y muchas paredes vacías que atentan contra la flojedad de las propuestas. En ese contexto una planta ubicada en una de esas paredes vacías y que se encuentra justo debajo del equipo de aire acondicionado luce cierto interés formal como obra aunque no lo sea…