Futurología Arlt.
Por Carlos Dopico.
Así como paralizó a muchos músicos en el mundo, a otros la pandemia los puso a trabajar. Ese fue, sin duda, el caso del rosarino Fito Páez, un artista incontenible que durante los dos últimos años no ha detenido su prolífica creación. En los primeros meses de 2020 se dedicó a producir conciertos por streaming, sentado al piano. Más tarde, se puso al hombro la brillante celebración musical del repertorio de Charly García, cuando el maestro Say No More cumplió setenta años. Sobre fines de 2021 estrenó Los años salvajes, el primer álbum de una trilogía urgente, y en marzo de este año lanzó Futurología Arlt, un ambicioso trabajo instrumental en el que le acompaña la Orquesta Sinfónica Nacional Checa. Le resta tan solo editar The Golden Light (un disco breve, con arreglos de piano), que promete publicar sobre fin de año. En simultáneo, comenzó a escribir sus memorias y producir para Netflix la serie autobiográfica.
A la fecha, Fito lleva editados veintiséis álbumes de estudio, desde que en 1984 publicó Del 63, su debut discográfico, cuyo título recuerda el año en que le tocó nacer. Esta vez, el rosarino completa una obra maestra conceptual, una obra extensa (dos discos, veintidós temas) impregnada de esencias porteñas y en la que despliega todo su talento para tributar a Roberto Arlt, uno de los escritores más representativos y universales de la literatura argentina.
Páez ha buscado inspiración acudiendo tanto a la cinematografía como a la literatura, sirvan como ejemplos ‘Dos días en la vida’, inspirada en la película Thelma y Louise, ‘Polaroid de locura ordinaria’, basada en la obra de Bukowski, o Maelström, inspirada en el cuento terrorífico de Allan Poe. Tampoco es esta la primera vez que hace referencia a la obra de Arlt. En ‘Cadáver exquisito’ (Euforia, 1996) cantaba: “Busco mi piedra filosofal en Los siete locos, en el mar”. Pero lo que hizo en Futurología Arlt no tiene comparación.
La idea se disparó veintisiete años atrás, cuando Julio Bocca lo convocó para un proyecto multidisciplinario del ballet que luego se frustró. Sin embargo, abordar musicalmente Los siete locos, el clásico exuberante de Arlt, fue una idea que Fito jamás soltó. Según contó en su gira por España, Páez compuso buena parte de la obra sobre el teclado durante una estancia en una playa de Uruguay. Luego añadió una cuerda, unos pianos, clarinete y madera. Viajó a Los Ángeles y junto a Gustavo Borner y Diego Olivero produjo a tres puntas la orquestación. En Buenos Aires estaba Ezequiel Silberstein, el director musical, y desde Praga, por videollamada, recibía los movimientos de la batuta de la Orquesta Sinfónica Nacional Checa.
No hay que ser un experto en Artl para dejarse llevar por la magnitud de esta pieza monumental, pero conocer su obra y el derrotero de sus personajes permitirá al escucha un viaje tan porteño como sideral. La apertura contiene la única canción formal en la que Fito canta e introduce a Remo Erdosain (protagonista de la novela), para de ahí en más recorrer pasajes y desenlaces en movimientos de tango moderno, techno ópera o latin jazz.
“Me lo dictó la época ‒dijo Fito‒ casi como si no lo hubiera hecho yo”.