Por Inés Nieto Larriera.
Después de una glaciación en la que grandes extensiones de tierra son cubiertas por casquetes de hielo, en la que los organismos buscan refugio del frío extremo y conservar la energía es clave ante la posible extinción, irrumpe el calor, y con él, el deshielo. Se retiran las grandes masas de hielo y nuevas formas de vida salen a la luz. Formas que dan lugar a nuevos organismos, a nuevos sonidos y a nuevos movimientos.
El rock ingresó a nuestro país a principios de los años sesenta, cuando comenzaron a aparecer los primeros conjuntos de jóvenes que se juntaban a tocar enchufados, siguiendo los sonidos del rock and roll estadounidense, con algunas fusiones más cercanas, como la bossa nova, pero sin dejar de lado el estallido del Club del Clan. Sin embargo, Palito Ortega y sus amigos se devaluaron rápidamente frente a los nuevos sonidos del beat, pop y rhythm & blues británico que materializaban grupos como The Beatles y The Rolling Stones. Esta nueva camada de jóvenes no sólo tenía otra forma de tocar y de escuchar, sino que experimentaba y se vinculaba desde otros lugares, en otros espacios. Esto era lo que se conocía como adolescencia. El fenómeno irrumpió en los países del norte, y este quiebre generacional llevó a los jóvenes a manejar lenguajes diferentes de los acostumbrados, marcando aún más esa brecha.
Recordemos que en esa época no se tenía acceso masivo a la música como se tiene actualmente. El rock llegó a Uruguay de mediados del siglo pasado de la mano de algunos pocos afortunados que tenían la posibilidad de acceder a discos de artistas extranjeros como Chuck Berry, Elvis Presley, The Beatles o The Rolling Stones, entre otros, y que se juntaban a escucharlos y a tratar de imitar sus sonidos.
Así fue ingresando y popularizándose, principalmente en los bailes con música en vivo, donde se aspiraba a reproducir lo que estaba sucediendo en Estados Unidos y Gran Bretaña. Este fue el punto de partida para el surgimiento de nuevos grupos como Los Shakers, Los Mockers, Los Gatos y Los Delfines que, si bien hacían en su mayoría temas propios, reproducían casi en su totalidad el estilo de las bandas como The Beatles, The Rolling Stones, The Kings y The Beach Boys.
Glaciación
El impacto de este primer aterrizaje del rock fue fuerte, todavía muy vinculado con la cultura de habla inglesa, que había venido a invadir nuestro repertorio musical no sólo con ritmos exageradamente ruidosos e inentendibles, sino también con un estilo exacerbado que convertía a los adolescentes y jóvenes en “peludos irreverentes”, según se reflejaba en diarios y revistas de la época como Mundo Uruguayo y Cine Radio Actualidad.
En 1972 asumió Juan María Bordaberry como presidente de la República y ese mismo año el Parlamento declaró el “estado de guerra interno”. Un año después, el presidente y las Fuerzas Armadas disolvieron el Parlamento, con lo que se instauró la dictadura cívico-militar que se extendió hasta marzo de 1985.
Durante este proceso hubo quienes siguieron la tendencia y cantaban en inglés, y quienes se animaron a incursionar en el rock en español. En los años setenta, además de aumentar los exponentes de rock en nuestro idioma, se incorporaron a las letras temas que aludían a la realidad política y social del momento. A la tendencia de reproducción comenzó a sumársele la de fusión con sonidos más autóctonos. Este fue, sin duda, el comienzo de lo que, a partir de 1984, se transformó en el movimiento del rock posdictadura.
No hay que olvidar que durante esos años en nuestro país y en toda América Latina estaba en pleno auge el movimiento del canto popular, en el que surgieron nombres como Eduardo Darnauchans, Eduardo Mateo, Jaime Roos, Dino y Rubén Olivera, entre otros. Se pasó de sonidos más beat y alegres a temas cargados de reivindicaciones políticas y sociales. El proceso dictatorial, aunque lo intentó por varios medios, lejos de debilitar el curso creativo, lo exaltó y forjó nuevas identidades. Se trató de expresiones que fueron resultado de espacios creativos generados bajo lógicas de dominación y que se transmitieron por medio de la música, con lo que se gestó un nuevo movimiento rock (punk rock, new wave, glam rock).
Interglacial
Este nuevo movimiento de rock encontró a principios de 1983, en la ciudad de Pando, a Gustavo Parodi, Gustavo Mariott y Fabián Hueso Hernández en la búsqueda de un cantante para su banda. Así llegó Gabriel Peluffo y se formaron Los Estómagos. Si bien su primera presentación fue en un baile liceal de esa ciudad, ya en agosto de ese año se presentaron en el Templo del Gato, en Montevideo, actuación que finalizó con un gran tumulto provocado por seguidores punks. En octubre obtuvieron el primer lugar en el Festival de Rock de San José, donde presentaron su versión del tango ‘Cambalache’, que tenía un estilo muy similar a las versiones que solían hacer The Ramones. Hacia fines de año se presentaron en el programa humorístico de televisión de Canal 12 Telecataplum; con una estética oscura y pelos desalineados, tocaron ‘La barométrica’, un tema que decía cosas como “Qué pasa aquí, qué feo olor, bancarlo más es un horror. Destapá el pozo sin pensarlo más, si no me voy a asfixiar”, lo que generó un gran revuelo en los espectadores y en los medios. El estilo con el que estos adolescentes pandenses irrumpieron en la escena local no sólo juntó una gran masa de seguidores incondicionales, sino que le abrió paso a otras bandas que esperaban ansiosas de que algo así sucediera.
Durante ese año tuvieron pocas actuaciones y ya en 1985 comenzaron la grabación de su primer LP, Tango que me hiciste mal, con una marcada estética minimalista y oscura, y tonos desgarradores que se podían escuchar en temas como ‘Gritar’, ‘Torturador’ o ‘Fuera de control’. Un poco de Joy Division y The Cure, que evocaba algo mucho más desesperanzador y nihilista que una reapertura democrática.
Este disco fue editado por el sello Orfeo y producido por Alfonso Carbone, quien luego de haber vivido en la cuna del punk londinense había llegado a Uruguay a difundir este nuevo estilo en su programa radial Concierto al sol y en la televisión en Videoclips y Alternativa. A estos se sumaron propuestas de El Dorado FM y Emisora del Palacio, que ya contaba con el programa de Carbone. Junto al sello Orfeo, del Palacio de la Música, se encargaron de editar la mayoría de las bandas de rock y punk rock de la época. Aunque el punk ya había cumplido más de una década en el hemisferio norte, en Uruguay recién comenzaba a abrir los ojos.
Ese año marca, además del inicio de Los Estómagos, el de Los Traidores. Juan Casanova y su primo Víctor Nattero se unieron con Pablo Dana para ensayar. Solían juntarse y escuchar rock y punk de bandas británicas como Sex Pistols y The Clash, que no sólo los influyeron a nivel musical sino estético. Ya con Alejandro Bourdillón en la batería, comenzaron a grabar sus primeros demos: ‘Montevideo agoniza’, ‘Buenos días presidente’, ‘Barrio rico’ y ‘Viviendo en Uruguay’, que la ministra de Educación y Cultura censuró por parecerle demasiado intensos para el Uruguay de la época. Recuerda Nattero: “Estoy seguro de que el impacto social y cultural que causamos en aquel momento, más allá de lo artístico, fue mucho más profundo y significativo de lo que muchos creen. Y fue también, en gran parte, debido a nuestra actitud contestataria y su oscuro entorno” (Viviendo en Uruguay, Buenos Aires, 2002).
Antes de la edición de su primer disco, la banda grabó una serie de sencillos: por un lado en la edición del ciclo Cabaret Voltaire, una reunión de músicos, artistas plásticos y otras ramas del arte joven alternativo; por otro, en el compilado Graffiti, en 1985, editado por Orfeo y en el que también aparecían grupos como Los Estómagos, Zero, Los Tontos, Neoh 23 y ADN. Este disco fue presentado en el Teatro de Verano ante cinco mil personas que se habían acercado a pesar de que la publicidad había sido casi nula.
Llegado este momento, Los Traidores ya tenían una legión de seguidores que demostraban su fidelidad en todas sus presentaciones, convirtiéndose, casi sin darse cuenta, en voceros de toda una generación. Muchos le pusieron el mote de “los Clash uruguayos” tras la grabación de su primer LP, Montevideo agoniza (1986). Este primer disco, curiosamente, no incluía el ahora bien conocido tema con el mismo nombre, que junto con otras composiciones se grabaron un tiempo después. El arte del disco mostraba fotografías en blanco y negro sacadas en los muros del cementerio del Buceo, lo que entretejía una estética punk cargada de furia y existencialismo con denuncias duras y directas.
Glaciación
A pesar de estar ya en democracia, estos jóvenes sufrieron un doble acoso. Por un lado, eran constantemente reprimidos de forma salvaje por la Policía en las llamadas razias, que se hacían en cualquier lugar donde se juntara más de un peludo con caravana. Por el otro, intelectuales culturales (de izquierda en su mayoría) emprendieron una lucha hostil contra este nuevo movimiento de punk rock, al que acusaban de imperialista: “Qué asunto raro ese, ¿no? ¿Y si la música, la soltura de cuerpo, el desprejuicio, el desenfado, la desinhibición, la actitud visceral, el corte de pelo, el remangue de camisa, la caravanita y las secuencias armónicas eran la misma cosa que en los videoclips estadounidenses, ¿por qué entonces no cantaban en inglés?” (Jorge Bonaldi en ‘El imperio contraataca’, La Hora, 1986).Su forma de vestir, el pelo largo, las caravanas, el lenguaje, si su música parecía inglesa aunque se cantara en español, si no era lo suficientemente compleja para ser contestataria o sencillamente porque no era canto popular; cualquier razón era válida.
Sin embargo, hubo alguna que otra luz y fue de la mano de Raúl Forlán y Guillermo Baltar, periodistas que se tomaron el tiempo de entender y defender lo que estos músicos estaban haciendo, partiendo de la idea que las generaciones musicales anteriores habían envejecido y dejado huérfano a todo un movimiento.
Posglacial/Holoceno
El rock sirvió como medio, como lenguaje de una generación que no quería aceptar complaciente lo que pasaba en el mundo y que, además, estaba dispuesta a cambiar el estilo de vida imperante, el que había forjado la generación anterior, la de sus padres. Más que de composiciones y escalas, se habla de parricidio y de do it yourself (hazlo tú mismo, concepto acuñado por el punk rock en los setenta que estipula hacer música con lo que se tiene, hacerla uno mismo, dejando de lado las ideas perfeccionistas). Estamos frente a un movimiento que revolucionó el statu quo y cambió para siempre la forma de ver el mundo.
Las culturas cambian y se adaptan, al igual que el resto de la naturaleza. El cambio habla de su supervivencia, y los aspectos que la conforman, si no replican, si no mutan, pueden llegar a desaparecer. Cuando se producen en una sociedad cambios tan drásticos, afectan la cultura y esta debe transformarse inevitablemente de manera de acompasar lo sucedido; de otra manera, cae y muere.
Pequeña aclaración. La selección de las bandas Los Estómagos y Los Traidores es arbitraria y responde a la magnitud de su impacto para el momento histórico; sin embargo, dentro del rock de esta etapa cabe destacar también a Los Tontos, Guerrilla Urbana, Post Coito, Neoh 23, ADN, Toque de Queda, Cadáveres Ilustres, La Tabaré, El Cuarteto de Nos, Lavanda Elástica, Polyester, La Chancha Francisca, Los Vidrios, Níquel, Zero, Ácido, Cross, Alvacast y Zafhfaroni.